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No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   


 

La imposición religiosa

 

Arturo del Villar

UCR 19 de Junio de 2009

 

LA Conferencia Episcopal desafía una vez más al Gobierno presuntamente socialista, al ordenar a sus fieles que se opongan al proyecto de reforma de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, ha tenido la osadía de convocar a los medios informativos, para contarles que se trata de una imposición intolerable del Gobierno a los ciudadanos. Pero la imposición es la suya precisamente.

   La Ley dicta unas normas a las que deben ajustarse las mujeres que quieran abortar, sin imponer a nadie la obligación de hacerlo. De modo que las monjas y las amas de los curas y las mujeres catolicorromanas que no deseen abortar no tendrán que hacerlo. En cambio, la Conferencia Episcopal sí pretende imponer sus convicciones a todos los españoles, incluidos los que rechazamos plenamente a esa secta de historia sanguinaria, inspiradora de la sublevación de los militares monárquicos en 1936, y después colaboradora de los crímenes cometidos por la dictadura. Y Martínez se ha atrevido a amenazarnos con la excomunión a los que toleremos la reforma legislativa. ¡Pues muy bien! ¿Cómo nos va a expulsar de donde no estamos por propia convicción?

   Saben los obispos que tienen amedrentado al Gobierno supuestamente socialista, de modo que incitan a los ciudadanos a declararse en rebeldía contra las leyes aprobadas en el Parlamento. Así empezaron en 1931, con el resultado que todos padecemos todavía.

   La Iglesia catolicorromana está siendo subvencionada por los gobiernos monárquicos de turno, desde que se firmaron los acuerdos con el Estado Vaticano en 1976 y 1979, cuando presidía el Gobierno Adolfo Suárez, residuo reciclado de la dictadura. Y además, se tolera a los cardenales que se lleven al Estado Vaticano buena parte de esa subvención, lo que constituye un tráfico de divisas inaceptable para cualquier Gobierno decente. Pero los cardenales tienen bula, nunca mejor empleada la expresión coloquial, para hacer lo que les salga del capelo.

   Cuando se firmaron esos acuerdos, la Iglesia catolicorromana se comprometió a autofinanciarse con el tiempo, dejando de recibir las subvenciones estatales, que pagamos los crédulos en sus dogmas y los que no comulgamos con sus ruedas de molino, dicho sea por continuar utilizando modismos populares. Han pasado treinta años, y todavía la Conferencia Episcopal no ha encontrado la oportunidad de autofinanciarse. Eso es comprensible: le resulta mucho más rentable seguir cobrando del Gobierno de turno del reino de España, en el que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”, según declara el artículo 16.3 de la Constitución: ¡quién lo diría!

   Lo que dicen algunos malpensados, pero no compartimos tales maldades, es que el actual presidente del Gobierno, el señor Rodríguez, aspira a entrar en las catedrales bajo palio, igual que el dictadorísimo. Por eso tolera todas las intromisiones del Estado Vaticano en los asuntos internos del reino de España. ¿Quién sabe?

 

 Madrid, 18 de junio de 2009.

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Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

 

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