El tercer
documento, con mucho el más largo, que contenía
parte de las leyes y además sobre todo se preocupa
de los asuntos de los sacerdotes, pasó a llamarse P.
Y un joven erudito alemán, Wilhelm Martin Leberecht
de Wette (12 de enero 1780 - 16 Junio 1849) observó
en su tesis de doctorado que el último de los cinco
libros de Moisés, el Deuteronomio, se diferenciaba
notoriamente desde el punto de vista del lenguaje de
los cuatro libros restantes. Obedecía a otra fuente,
y se le denominó D.
Pues bien,
en este libro del Deuteronomio del Antiguo
Testamento (23, 2) se dice que: "Ningún hombre con
un huevo aplastado o mutilado puede participar en
la asamblea de Jahvé". Es árbol seco. No puede ser
ni cristiano, ni cura, y mucho menos obispo. Y los
obispos, que ejercen en nuestro pueblo, han tratado
de demostrar en sus últimos tiempos que su cargo se
ejerce por cojones. Dos ejemplos vendrían a
demostrar el huevo veterotestamentario de nuestros
obispos.
1.-
"Escándalo monumental. La privatización de las
iglesias, ermitas, casas, tierras y otros bienes
públicos de Navarra" es un libro publicado por la
Plataforma de defensa del patrimonio navarro.
Cuentan que, de manera casual, se descubrió a
principios de 2007 que la diócesis de Navarra estaba
poniendo a su nombre de modo masivo todo tipo de
edificios religiosos, casas tierras, arbolados,
cementerios... Más de mil escrituraciones desde
1998, en concreto 1087, por unas pocas docenas de
euros al amparo del artículo 206 de la Ley
Hipotecaria.
De la
noche a la mañana la Iglesia Navarra se ha
convertido en la mayor inmobiliaria del territorio;
unos bienes, en gran parte fabricados y mantenidos
con el sudor de las gentes y el erario público, han
sido robados con dolo y a traición por el obispo de
Pamplona. A medida que los templos van quedando
desnudos y vacíos, a medida que la gente se alejan
de sus iglesias y ermitas ellos se prestan a vender
el robo e incautación y a lucrarse con el sudor de
los antepasados. Y lo hacen por la noche, en
silencio, con la ayuda de mano amiga en registros,
juzgados y gobierno.
La
inmatriculación comenzó con una orden de Fernando
Sebastián, que no sólo era obispo sino arzobispo y,
por lo visto, los tiene como el caballo de Santiago:
Se ha hecho dueño de lo que han levantado otros con
el objeto de vender, alquilar o hipotecar. "La mayor
apropiación indebida de la historia de Navarra,
después de la propia conquista del Reino" dirá José
María Esparza.
El libro
aporta datos y, sobre todo, crea indignación. Hoy
subvencionar a la Iglesia es contribuir con la
expoliación. Hay un dicho neotestamentario que
recuerda: "No echéis las perlas a los cerdos". No
sólo no ha habido obispo alguno, que en nuestra
tierra haya alzado la voz frente ante tal
latrocinio, sino que posiblemente todos ellos,
amparados en la noche, pueden estar perpetrando el
mismo robo. Porque no olvidemos, lo más parecido a
un obispo es otro obispo.
Una vieja
historia eclesial. Nos recuerda Richard Dawkins que
en tiempos medievales la Iglesia vendía indulgencias
a cambio de dinero. Este dinero servía para evitar
cierto número de días de remisión en el purgatorio,
y la Iglesia literalmente emitía certificados
firmados especificando el número de días que se
habían comprado. La venta de indulgencias estaría en
los primeros lugares del ranking de los más grandes
timos de la historia, pero referente a Navarra sin
duda que en cantidad y valor lo supera este robo
citado en Escándalo monumental con detalle,
perpetrado por la Iglesia con la inmatriculación de
los 1087 bienes en nuestros días.
2.- "Y al
llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos
con un mismo objetivo. Y de repente vino del cielo
un rugido como una impetuosa ráfaga de viento y
llenó toda la casa en la que se encontraban. Y les
aparecieron unas lenguas como de fuego, que se
repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; y
se llenaron todos de espíritu santo y se pusieron a
hablar en diversas lenguas, según el espíritu les
concedía expresarse. Otros en cambio meneaban la
cabeza diciendo: "¡Están llenos de mosto!"
Es un
pasaje diario en el acontecer eclesial. ¡Ojo cuando
un obispo hecha mano del espíritu santo!, es el
recurso fácil para hacer su santísima voluntad y
acallar al cristiano creyente, que se le rebela.
Dice que va a orar a Dios para que le ilumine; lo
que en realidad trata es de, con la excusa de Dios,
hacer su santísima voluntad. Es un viejo truco
eclesial de todas las épocas.
En otras
palabras, es un golpe de estado llevado a cabo con
impunidad ante el creyente. Se juntan cuatro
jerifaltes de la Iglesia y deciden, en este caso,
que el obispo de Gipuzkoa -por supuesto por la
gracia de Dios y con la ayuda del espíritu santo
que, por lo visto, sólo les ilumina a ellos y no a
los demás- sin contar con sus feligreses ni sus
párrocos va a ser José Ignacio Munilla. Ya tenemos,
por obra del espíritu santo, al nuevo jefe comercial
de Dios en esa tierra. Por el dedo del altísimo.
A esto
siempre se le ha denominado en historia absolutismo,
feudalismo, dictadura, golpe de estado, invasión...
o cosas parecidas, sin embargo en la Iglesia a esto
se le llama voluntad de Dios e iluminación del
espíritu santo. Ya lo dijo Atahualpa Yupanqui, y lo
sabemos desde hace siglos: "¿Que Dios vela por los
pobres?... Lo seguro es que almuerza en la mesa del
patrón". ¡Con su pan se lo coman! "¡Olé los obispos
valientes, no les tengas miedo! ¡Dios y la virgen te
darán su ayuda! ¡Le encomendaremos a Juan Pablo
II!", le gritan desde la garita algunos ángeles.
De nuevo
en acción el huevo veterotestamentario del
Deuteronomio, por eso las mujeres siguen esperando
en la Iglesia católica en el pórtico. ¡Y también
vienen esperando en su atrio desde siglos quienes en
ella reclaman un mínimo de democracia y de dignidad
humana! Pero hay un refrán, que no debiéramos
olvidar, que dice: "no pidas peras al olmo! La culpa
no es del olmo sino de quien le pide peras.