Feliz olvido
Antonio Gala
El
Mundo 10
de septiembre de 2009
EL CRISTIANISMO no es ya hoy un movimiento de amor hacia los otros. No
es el sermón de las bienaventuranzas ni la expulsión de los mercaderes
del templo, ni el sacrificio hasta la muerte por el bien de los demás
que son nuestros hermanos. Qué difícil ha de ser (¿se lo imagina
siquiera una jerarquía religiosa?) desenvolverse en este mundo ruin,
egoísta, politizado, ciego para lo que no sea el medro personal y el
propio bien. El catolicismo, con el ejemplo del Vaticano, se transformó
en un extraño engrudo dentro del que nadie puede moverse ni comprenderse
ni abrazarse con libertad. La política, las ambiciones egoístas, el
dinero lo han corrompido y alejado de lo que fue. La palabra de Jesús es
ya un fin inalcanzable del que se habla como de un recuerdo ya irreal.
Entre púrpuras, capas pluviales, oros aún no vendidos, obras de arte
ofrecidas a los ojos sólo de los desprovistos, ya no es una religión
sino el modus vivendi de unos cuantos. A quienes los hambrientos y los
sedientos les resultan incómodos.
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