El
Estado Español no es un Estado Católico sino laico
Juan
Fernández del Torco Alonso
La hipocresía social nos ha llevado en fechas recientes
a oír su clamor en torno a la retirada de los crucifijos
en las aulas, obviamente la sociedad española es
formalmente católica y practicante superada la
cronología temporal de vivencia de los sesenta años,
quizás porque comienza a hacer un plan de ahorro para la
eternidad.
Pues su comportamiento es de absoluta libertad, en
cuanto las formas de matrimonio, el bautizo de sus hijos
y la comunión que son preferentemente manifestaciones de
índole social y la formación académica de sus hijos en
colegios religiosos o de tendencias religiosas se acoge
como una alternativa en orden a la formación pública,
que se reputa de segundo orden, y que el propio Estado
ha postulado a través del régimen de concierto, y con un
haz egoísta de no inversión de la arcas públicas, a lo
que debemos unir el amplio absentismo laboral de
aquellos que tienen por misión la formación de las
generaciones futuras.
Por eso, cuando el texto
constitucional español en 1978, optó y formuló un
sistema laicista y no catolicista del Estado,
posicionamiento acogido perfectamente por la sociedad,
no olvidemos que la mayoría de la iglesia católica había
optado y apoyado el Gobierno de Franco e incluso gran
parte de la sociedad había sido adoctrinada por la
propia iglesia, cantando y excitando las logros y las
venturas del régimen, lo que la hacía incompatible con
un Estado Social de Derecho, de configuración
democrática, que lleva y conduce a la esfera de lo
íntimo, el parecer y sentir de las creencias, sin
rebajarlo de su condición de derecho fundamental.
Y como tal derecho lo recoge el artículo 10 de la Carta
Europea de los Derechos Fundamentales, mientras dedica
el aparato 1 del citado artículo a exponer los
conceptos de libertad de pensamiento, de conciencia y
de religión con el siguiente texto:
"1. Toda persona tiene derecho
a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión. Este derecho implica la libertad de cambiar de
religión o de convicciones, así como la libertad de
manifestar su religión o sus convicciones individual o
colectivamente, en público o en privado a través del
culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de
los ritos".
Este texto es muy claro y
muy preciso. Y viene a decir que ninguna religión tendrá
carácter estatal, como dice nuestra propia Constitución,
lo que supondrá indudablemente que el desarrollo junto
a la ampliación de la Unión Europea, obligará adecuar
las cosas a su debito sitio y que las distintas
religiones ocuparán definitivamente sus propios espacios
sin conflictos ni peleas ni autoritarismos, borrando los
restos de un pasado tan intenso y tan brutal como el que
llenó de sangre el continente europeo durante muchos
siglos, y actualmente en aras a criterios de
religiosidad retiene a ciudadanos españoles.
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Juan Fernández del Torco Alonso es Presidente
del Centro Independiente de Canarias (CiCan)
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