Que sea una ley
de plazos, es decir, que deje un plazo de libre decisión para la
mujer era imprescindible e impensable otra cosa a estas alturas.
Así que, bienvenida sea la libertad de decidir. Pero esa
libertad es corta y es tutelada. Teniendo en cuenta lo que hemos
esperado y que gobierna un partido de izquierdas que se dice
feminista; teniendo en cuenta las recomendaciones de los
expertos y, sobre todo, teniendo en cuenta las reivindicaciones
de las mujeres que luchan por este derecho, 14 semanas es un
plazo demasiado corto. Si existen países que fijan el plazo en
24 semanas desde hace años, como Holanda, o Dinamarca... ¿por
qué con una ley más moderna tenemos que ser menos? Si nos
incorporamos ahora al grupo de países con ley de plazos, lo
normal sería que fuéramos a mirarnos en los más avanzados en
derechos, y no en los menos.
Después está el plazo de 22 semanas pasado el cual nos
convertimos en menores y en meros receptáculos de un feto que
parece gozar de más derechos que nosotras mismas. Se supone que
estas 22 semanas volverán a ser utilizadas por aquellas mujeres
que, por la razón que sea, no hayan podido abortar antes; sólo
que ahora se pone más difícil, dos informes médicos en lugar de
uno. Y en todo caso se vuelve a dejar a los grupos antiaborto la
posibilidad de seguir incordiando y denunciando. Lo mismo pero
más complicado.
Se nos vende como gran novedad, otra mentira, que ninguna mujer
irá a la cárcel por abortar. Es cierto que es importante que así
quede reflejado en el Código Penal pero, que no nos vengan con
cuentos, ninguna mujer iba a la cárcel por abortar y, en cambio,
las penas de inhabilitación para las y los profesionales que
lleven a cabo los abortos siguen poniéndoles a los pies de los
caballos (de los antiaabortistas, que podrán seguir
denunciando). Y por último, más allá de la semana 22 sólo se
podrá abortar en el caso de que el feto sufra una enfermedad muy
grave. ¿Y la salud de la mujer? Porque recordemos que hay países
en el mundo que más allá de los plazos, o sin ellos, entre
salvar al feto o salvar a la mujer eligen salvar al feto. Nada
se dice de qué ocurre cuando un embarazo más allá de la semana
22 pone en peligro la salud de la mujer. La mayoría de los
países europeos contemplan la posibilidad de aborto sin plazo
para estos casos. En España, hasta ahora así era: sin plazo en
caso de riesgo para la salud de la mujer. Así que vamos para
atrás, como el cangrejo. Y en cuestión de derechos cuando se
retrocede malo. Esta es la tercera mentira, y es muy grave.
En la nueva ley se dice que en esos casos lo evaluará un comité
clínico: ¿formado por quién? ¿Por abortistas o por
antiabortistas? ¿Por médicos ateos o religiosos? ¿Por hombres o
por mujeres? ¿Con qué criterio? ¿Y si el comité dice que no, y
si alguien del comité pone problemas y el aborto se retrasa? Más
allá de cierto plazo parece que la salud y los supuestos
derechos del no nacido son mucho más importantes que los de la
mujer. De hecho, la mujer desaparece de la cuestión. Como dijo
acertadamente una congresista norteamericana republicana pero
favorable al aborto: “Está claro que todo el mundo tiene derecho
a la vida menos la mujer embarazada”.
La ley es indignante y humillante para las mujeres. No se ha
hecho caso al movimiento feminista que es quien lleva años
trabajando y reivindicando y quien tiene mucho que decir. No se
ha hecho caso a las mujeres. La mayoría de los llamados
“expertos” estaban de acuerdo en que para casos de riesgo para
la mujer no debería existir plazo. Y ya es bastante malo eso de
tener que aguantar que haya un experto opinando de lo que tengo
que hacer yo con mi útero, con mi cuerpo. Y para colmo, la
opinión de las mujeres activistas en pro del aborto ha sido
borrada de los medios. Su nota de prensa criticando la ley ha
sido ignorada por los medios (http://mujeresantecongreso.blogspot.com,
para quien quiera leerla) Un manifiesto que firman más de 60
organizaciones feministas de todo el espectro político
progresista, muchas de ellas, por cierto, afines al PSOE.
Mientras, Rajoy dice que denunciará la ley (que en teoría tenía
que ponerle contento) los antiabortistas arman gresca por una
ley que restringe el derecho al aborto más que ampliarlo y que
nos pone en la cola de Europa, el PSOE dice que la ley es la más
moderna del mundo, IU tampoco se atreve a decir la verdad, o
quizá es que no entiende nada. Si lo que queríamos es que las
mujeres que necesiten abortar puedan hacerlo, lo que había es
mejor que lo que va a haber.
Lo terrible de todo esto es que se ha hecho y cocinado,
presentado y vendido, sin que las mujeres hayamos sido
escuchadas. Las mujeres seguimos sin ser escuchadas cuando se
hace políticas que tienen que ver con las mujeres y ni siquiera
nuestras quejas llegan a la opinión pública. Ahora todos hablan
de lo que no es y de lo que se trata es de mantener la mentira:
una ley que no es mejor que la que había, un partido que no es
más feminista, otro que lo recurre todo, sea lo que sea, sin
leerlo, y los medios de comunicación que ignoran las voces
críticas con sus posturas. Lo que yo me pregunto es…¿y ahora qué
hacemos?
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Beatriz
Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal
de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales