¿Es España católica?
Vicenç
Navarro
Público
25
de Diciembre de 2009
La Universitat Progressista de Catalunya, conocida como
la UPEC, ha publicado un informe titulado Catalunya ha
deixat de ser catòlica? (en castellano ¿Catalunya ha
dejado de ser católica?), que tiene gran cantidad de
información sobre la extensión de la religión católica
(y la influencia de su Iglesia), no sólo en Catalunya
sino también en España. Es sorprendente que tal informe
haya pasado casi desapercibido en los mayores medios de
información del país, pues los datos presentados
cuestionan la imagen tan extendida y promovida por la
Iglesia de que España es un país católico (lo cual
parece indicar que la mayoría de la población lo es).
Uno de los primeros capítulos del estudio –el que
detalla su metodología– explica cómo la conclusión de
que España es un país católico se produce y reproduce en
los medios. Señala el sesgo que, consciente o
inconscientemente, aparece en las preguntas que se le
hacen a la ciudadanía. Así, cuando se pregunta a la
población (tal como hace la Conferencia Episcopal) si
los que responden a las preguntas son católicos o no
católicos (incluyendo en esta última categoría las de
ser agnóstico, no creyente o ateo), el 76% se define
como católico y un 19% no católico.
Parecería, pues, que la gran mayoría de la población se
define como católica.
Ahora bien, cuando se pregunta si el que responde se
define como católico practicante, no practicante, o no
creyente, los porcentajes varían considerablemente. Sólo
el 36% se define como practicante mientras que el 37% se
define como no practicante y el 19,9% como no creyente
(agnóstico o ateo). Y cuando se analiza el grupo de
católicos no practicantes se ve que su definición de
católicos esta basada, no en sus creencias religiosas,
sino en su ritual cultural (como haber recibido el
bautismo y la primera comunión). En realidad, la
respuesta a esta pregunta varía muy marcadamente por
edad. Entre los jóvenes, nacidos en plena democracia,
sólo el 9,4% se considera practicante, el 39% no
practicante y el 46,4% como indiferente, ateo o
agnóstico.
Otro componente del estudio es el análisis de las
escuelas de la Iglesia privadas concertadas. En España,
el 67% de alumnos están en la pública, el 25% en la
privada concertada y el 6,7% en la privada no
concertada. De las escuelas católicas, la gran mayoría
son concertadas (96%). Los porcentajes más elevados de
las concertadas religiosas están en las dos Castillas,
La Rioja, Navarra y Baleares. Los que dedican más fondos
a la religión concertada son Catalunya y Madrid, y los
que menos La Rioja, Cantabria y Extremadura. El Estado
se gasta 517 millones de euros en la enseñanza de
religión: 388 millones en las escuelas públicas y 129
millones en las privadas. Tal inversión no es
proporcional a la importancia que la juventud da a la
religión como elemento importante en su vida.
En una escala de uno (poco importante) a cuatro (muy
importante), la juventud en España señaló en 2005 que la
religión significaba un 1,76. Ello explica que el 74% de
jóvenes casi nunca asiste a ceremonias religiosas, y
sólo un 4,7% asiste a la misa dominical. Y en Catalunya,
sólo un 36% se casa por la Iglesia; la gran mayoría
(62,8%) se casa por lo civil. Es también interesante
señalar que el 47% de los jóvenes cree que la “Iglesia
está más cerca de los poderosos y de los ricos que de
los pobres y necesitados”. Este porcentaje alcanza
cifras muy altas entre los jóvenes ateos (73%),
agnósticos (60,9%) e indiferentes (70,9%) y es de un
50,7% entre los católicos no practicantes.
Una opinión igualmente negativa se tiene del sacerdocio.
Entre las profesiones consideradas “más útiles
socialmente”, el sacerdocio es la penúltima, después de
los militares de carrera. Las más relevantes son la
medicina y el magisterio. Contribuyen a esta imagen poco
positiva del sacerdocio la percepción generalizada entre
los jóvenes de que la Iglesia “no está dando una
respuesta adecuada a los problemas sociales”. El nivel
de confianza que la Iglesia inspira en la población
joven es la más baja entre las mayores instituciones.
Este informe presenta una realidad que se esconde bajo
esta imagen tan poco real de que España sea un país
católico. Como señala Jordi Serrano, actual rector de la
UPEC y autor del informe, el nacionalcatolicismo impuso
el catolicismo a la población española que, al
identificarse con una dictadura enormemente represiva y
opresiva, estableció las bases para su propio declive
cuando la dictadura dio paso a la democracia. No es sólo
que la Iglesia nunca ha pedido perdón por su
identificación con el fascismo español, sino que
continúa encorsetada con la ideología y la práctica de
la ultraderecha que dominó aquel régimen.
La población española, y, muy en especial, la juventud
–que representa el futuro–, considera a tal Iglesia
irrelevante y decadente. Parece lógico, por lo tanto,
que los representantes de la población –es decir,
nuestro Gobierno– debieran dejar de protegerla y
financiarla, pues continúa siendo la Iglesia de ayer.
Como bien dijo Carles Cardo, el hombre de confianza del
Cardenal Vidal i Barraguer durante la República y la
Guerra Civil, el enorme descrédito de la Iglesia entre
las clases populares durante la República se debió a que
la Iglesia había olvidado sus principios,
identificándose con los grupos más poderosos del país.
Setenta años más tarde, se podría decir lo mismo. Su
gran descrédito se debe a su identificación con la
dictadura de ayer y la ultraderecha de hoy.
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Vicenç Navarro es catedrático de
Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Ilustración de Mikel Jaso
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