La
enseñanza como herramienta de adoctrinamiento
Coral Bravo
elplural.com 15 de Agosto de 2009
Las
ideas que se aprenden en los primeros seis años de vida son de vital
importancia, porque se impregnan en el subconsciente de tal modo que
se conforman en el armazón básico sobre el que se sustentarán los
idearios y las creencias que nos acompañarán el resto de nuestra
vida, aun con las lógicas variantes derivadas de cada carga genética
y ambiental. Dicho de un modo general y gráfico, si un niño recibe
continuos mensajes de fanatismo, intolerancia e irracionalidad,
existen muchas probabilidades de que se convierta en un adulto
fanático, intolerante e irracional.
Es por
ello que, a lo largo de la historia, las religiones y cualquier
totalitarismo ideológico han contado como uno de sus principales
aliados el adoctrinamiento en la enseñanza para garantizar la
cantera de futuros adeptos en las nuevas generaciones. Y es por ello
también que demócratas y defensores de las libertades llevan en
España muchas décadas exponiendo la imperiosa necesidad de educar
–en lo concerniente a las competencias educativas del Estado- en la
libertad de conciencia y mediante una pedagogía libre de dogmatismos
religiosos e ideológicos.
Si detenemos la mirada en nuestro pasado reciente, existe un hombre,
Francisco Ferrer Guardia, quien, considerado el precursor en España
de la escuela moderna, luchó firme y abiertamente, a principios del
siglo XX, por una escuela racional y laica. El historiador Julián
Casanova, en un brillante artículo en El País del pasado día 11,
analiza a este personaje que intentó fundar una escuela que “buscara
en la razón y en la ciencia los antídotos de todo dogma”.
Casanova nos ofrece datos imprescindibles sobre la vida y la
ejecución el 13 de octubre de 1.909 de este hombre de ideas
laicistas e igualitarias, que fue acusado por un tribunal militar de
dirigir la revuelta de la Semana Trágica de Barcelona, con la que,
en realidad, nada tuvo que ver. En palabras del historiador,
“quienes pusieron a Ferrer Guardia ante el piquete de ejecución se
estaban vengando de un intelectual laico que había desafiado el
control eclesiástico de la enseñanza”.
Posteriormente, la República intentó sentar de nuevo las bases de
una educación basada en la realidad científica y en el
librepensamiento, pero, una vez más, las oligarquías y la presión de
la Iglesia, en ese macabro proceso que desembocó en la Guerra Civil,
acabó con ese luminoso conato de una Educación pública democrática,
igualitaria y libre de dogmatismos totalitarios e irracionales; ...y
la llamada Institución Libre de Enseñanza pasó a ser parte de un
pasado que no dejaron que fuera posible.
A día de hoy, tras más de tres décadas de democracia en España, el
adoctrinamiento religioso en la educación (tanto privada como
pública) continúa siendo una realidad escandalosa; y se sigue
utilizando la enseñanza como una herramienta, financiada con dinero
público, de adiestramiento intelectual en base a unas doctrinas que
no se sostienen si no es con la manipulación ideológica y con el
desconocimiento de la historia y de la ciencia.
Porque, en cuestiones de conciencia, es una obligación democrática
el respeto a cualquier postura, religión o creencia, pero en la
esfera privada y no en la pública. En el ámbito privado, cada
familia es muy libre de educar a sus hijos en la religión que
considere oportuna. Pero en el ámbito educativo, porque se trata de
un espacio de todos y porque es inadmisible que con dinero público
se financie el adoctrinamiento religioso (... y porque la educación
debería garantizar el enriquecimiento intelectual que otorga la
búsqueda de conocimiento y no el freno a la razón), como proclama el
conocido lema, ... “la religión siempre fuera de la escuela”.
Coral Bravo
es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica