En qué
creen los ateos
Ricardo Antonio Cuadra García
El
Nuevo Diario 16
de Junio de 2009
Es bueno establecer que el ateísmo no es cosa nueva en la
humanidad. La historia registra como el primer ateo
perseguido por su increencia en los dioses griegos, a
Diágoras de Melos, el cual manifestaba su militancia a viva
voz y por ello fue perseguido y hasta se llegó a pagar mucho
dinero por su cabeza, allá unos 500 años antes de nuestra
era. También dentro de los griegos vemos a los filósofos:
Protágoras, Leucipo, Demócrito y Epicurio, entre otros. Pero
para mayor paradoja de la historia, el primer grupo llamado
ateo como tal fue el de los cristianos de antes del siglo IV,
pues creer en un solo Dios invisible para el politeísmo
romano significaba no creer en ningún Dios.
En la Edad Media la historia registra pocos ateos ilustres,
sin embargo a partir del renacimiento el despertar
intelectual de los ateos es relevante y también en el siglo
de las luces (siglo XVIII) con la ilustración. En estas
épocas encontramos a Voltaire, Denis Diderot (editor de la
enciclopedia), John Milton, Jean de la Fontaine, Francisco
Domaciano Alfonso, el Marquez de Sade, Thomas Hobbes, el
Baron d´Holbach, entre otros. En el siglo XIX encontramos a
Karl Marx, Ludwig Feuerbach, Arthur Schopenhauer y el genial
Friedrich Nietzsche. En el siglo XX destacan Sigmund Freud,
Albert Einstein, Bertran Russel, John Dewey, Mario Bunge,
Carl Sagan, entre otros. Y en nuestro siglo XXI encontramos
a Richard Dawkins, Christopher Hinchen, Daniel Dennet,
Michel Onfray, Sam Harris, Piorgiorgio Odifredi, y el 93 %
de todos los científicos en los Estados Unidos.
Para David Glesson, escritor del “American Chronicle”,
todavía hoy en mero siglo XXI persisten algunos errores de
percepción de los ateos y el ateismo en general de parte de
los creyentes teístas. Estos errores alimentan la
discriminación hacia los ateos de parte de la sociedad y de
las familias. A continuación analizamos los cinco errores
más comunes que detalla Glesson.
1. El ateísmo es la creencia en que ningún dios existe.
La palabra ateísmo proviene del prefijo griego “a”, que
significa “sin”, y “teísmo”, que implica la creencia en una
deidad sobrenatural que se revela a la humanidad. Ateísmo,
por lo tanto, significa “sin creencia teísta”. El ateísmo no
afirma positivamente nada; más bien manifiesta que la carga
de la prueba está en las afirmaciones que hacen los teístas,
y la fe no es prueba suficiente de la existencia de su
deidad; sin embargo, el ateo también manifiesta con
honestidad intelectual, que la falta de evidencia no es
evidencia de inexistencia de la deidad. (de ninguno de los
Dioses también).
2. El ateísmo requiere de tanta fe como el creer en Dios.
El ateísmo no es la declaración en positivo de la no
existencia de Dios o los dioses, si así lo fuese sí
estaríamos hablando de una Fe Atea. La fuente de las
creencias de un ateo son las evidencias, no la fe. El
ateísmo se presenta como la abstinencia de creer en una
deidad.
Si un ateo dice, “no creo en el dios judeocristiano”, está
diciendo simplemente que la evidencia para creer en él es
insuficiente. No se necesita fe para tener una no-creencia,
si fuera así, los cristianos, por ejemplo, al no creer en
Alá, tendrían dos FE, una de creencia en el cristianismo y
una Fe en la increencia Islámica, lo cual es absurdo.
3. Las vidas de los ateos es desdichada pues no tiene
sentido y está desprovista de esperanza y de propósito.
Es muy común que los creyentes hagan esta proyección de los
propios sentimientos sobre el ateo. Sus vidas no se
sostienen con la remota posibilidad de una vida después de
la muerte. La vida del ateo tiene sentido simplemente por el
placer de vivirla y porque es significativa para aquellos
que le aman. Su vida tiene propósito en el esfuerzo hacia
una meta digna.
Sabe que su vida es preciosa y más significativa simplemente
porque es corta y efímera. Al no esperar ninguna recompensa
o castigo eterno después de la muerte, cada día es un regalo
del gozo de su existencia. Si comparamos esta visión con un
joven fundamentalista Islámico que con mucha Fe se inmola
con una bomba para matar infieles, por la promesa de 72
vírgenes dispuestas en el paraíso para su libido en el más
allá, surge la pregunta ¿la vida de quién tiene más sentido,
esperanza y propósito?
4. Los ateos son inmorales.
Esto no tiene sentido, pues la ética y la moral son normas
humanistas más que teológicas, pues Dios o los dioses no son
sujeto de la moral, y tampoco son las deidades fuente de la
moral, pues éstas son normas culturales que la humanidad
establece y modifica en el tiempo, al contrario de las
“fosilizadas morales” de deidades de la antigüedad (nadie ha
hecho por ejemplo un anexo enmienda en la Biblia para
declarar la esclavitud inmoral).
5. Los ateos sufren de problemas psicológicos tal vez por
haber tenido una mala experiencia en la niñez y por ello
desistieran de la religión y odian a Dios.
Algunos ateos pueden haber tenido tales experiencias como
también las pueden haber tenido algunos creyentes, pero no
se puedo asegurar que éste sea el caso en la mayor parte de
ellos. Muchos de los ateos son grandes lectores e
investigadores; por ello muchas veces el camino al ateísmo
es gradual a medida que se va conociendo más a fondo la
tradición religiosa heredada. Para ser ateo en la mayoría de
las veces, se necesita recorrer un arduo “camino a Damasco
Inverso”.
Otra percepción errónea que se le escapa a Gleenson es
cuando ciertos teístas dicen que los ateos son dogmáticos.
El dogmatismo es una característica humana independiente de
cualquier creencia o increencia religiosa. La probabilidad
de ser dogmático es mayor cuando se pertenece a una
religión, que cuando se es ateo, pues éste último presenta
por lo general una visión escéptica de la vida, muy amiga a
la visión científica, por ende no dogmática sino
progresista.
Los ateos ven a todas las religiones como supersticiones de
los pueblos. Sin embargo, existe una coincidencia de los
ateos con los creyentes de las religiones del Dios revelado.
Cuando a un cristiano se le pregunta por ejemplo sobre por
qué no cree en el Islam, aduce argumentación de falsedad de
dicha religión con firmeza; muchas veces similar a la
argumentación que el ateo hace sobre la misma religión del
cristiano. Es por ello que existe la máxima que dice: “la
superstición es la religión del otro”.
Muchos ateos coinciden con el escepticismo que caracteriza
al pensamiento científico y el astrónomo fallecido, Carl
Sagan no es la excepción cuando dijo “El primer pecado es la
Fe, la primera virtud es la duda”. La duda es el motor de la
ciencia.
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