La educación
religiosa y laica en Francia y Alemania
El Occidental
19 de junio de
2009
Hasta la revolución de 1789, la iglesia católica tenía el monopolio de
educación en Francia. Las universidades del mundo occidental son
fundaciones eclesiásticas que tienen su origen en la Edad Media. Antes
de 1789, a nadie se le ocurrió cuestionar el monopolio de la educación
de la iglesia.
Pero, ya a partir del siglo XVII, podemos observar las primeras fisuras
en la estructura educativa de la iglesia. Grandes filósofos y
científicos, como René Déscartes o Isaac Newton, revolucionan el
conocimiento humano, pero las universidades ignoran sus aportaciones. La
iglesia rechaza a la filosofía y ciencia moderna, y persigue a
intelectuales, en cuyas casas encuentra la inquisición libros de
Descartes, Newton o pensadores ilustrados del siglo XVIII. Los
enciclopedistas franceses, como Diderot, Voltaire, y Rosseau, forman la
vanguardia de la cultura europea de su época, pero sus doctrinas no son
enseñadas en las aulas universitarias. Cuando no es posible ignorarlas
completamente, las ideas modernas son mencionadas y rechazadas como algo
infame y diabólico. A veces las universidades se tomaban las molestias
de refutar estas ideas subversivas, sin embargo, no permitían a un
estudiante leer los textos originales de estos pensadores disidentes;
pero lo prohibido siempre encuentra lectores, y así los jóvenes,
ansiosos de verdaderos conocimientos, estudiaban la filosofía y ciencia
modernas en sus casas, porque las enseñanzas caducas de la universidad
no tenían atractivo para ellos.
Después de la revolución francesa podemos observar una modernización
sistemática de la enseñanza universitaria. Para la iglesia surge la
amenaza de la educación laica. Ya no es posible negar la cosmovisión de
Giordano Bruno, Galileo o Copernico, y se tiene que reconocer que la
química moderna es superior a la alquimia medieval, y que la física de
Newton superó la medieval.
En Francia, durante la revolución, el clero sufre severas persecuciones,
y cuando en 1804 el papa Pío VII quiere colocar la corona imperial en la
cabeza de Napoleón I, éste se la quita de la mano para coronarse a sí
mismo; eso significa que ya no es la iglesia quien corona a los
monarcas. La presencia de la iglesia se reduce en los ámbitos públicos,
y por lo tanto en la enseñanza. Durante el siglo XIX, la iglesia
francesa recupera parte de su poder perdido para luego volver a
perderlo. En los libros de historia francesa, el año 1905 es una fecha
clave, porque en este año se realiza una separación radical entre
iglesia y estado. Eso significa que una república laica organiza toda la
enseñanza. No se prohíben los colegios privados de curas y monjas, pero
el gobierno decide los programas de estudios y controla los exámenes. La
educación pública que proporciona el gobierno, en forma gratuita, se
dirige a todos los franceses. La iglesia no tiene participación en
ninguna de las universidades y escuelas de altos estudios, en las que se
formaba la elite. De esta manera, la vida católica se limita a la vida
privada. Todo eso no impide que ciertas tradiciones religiosas se sigan
conservando. Algunas fiestas católicas, entre ellas el 15 de agosto, día
de la Virgen de Asunción, son día de descanso obligatorio. Los alumnos
franceses siguen admirando a Juana de Arco, como una heroína. Pero de
todas maneras, el golpe que la revolución de 1789 y la ley de 1904
asestaron a la iglesia fue bastante fuerte. No hay que olvidar que la
reforma protestante de Lutero y Calvino, a diferencia de otros países
del norte de Europa, no prosperó, y tal vez por eso para el Vaticano,
Francia sigue siendo "la fille aînée" de la iglesia, es decir, la hija
mayor o predilecta.
.
Mientras, en Francia se lleva a cabo una estricta separación de iglesia
y estado, en Alemania el gobierno trata de ejercer un mayor control
sobre la iglesia. En 1873, el canciller Otto von Bismarck restringió los
derechos de la iglesia católica. El protestante Bismarck no era
anticlerical, sino un típico representante de una Prusia evangélica, que
veía con desconfianza la influencia del Vaticano en la política alemana.
Obligó a los futuros sacerdotes a formarse en universidades del
gobierno, y no en seminarios de la iglesia, y sometió la enseñanza
religiosa al control del gobierno. El bautismo dejó de ser obligatorio,
y el matrimonio religioso no tenía validez sin el civil. En 1879,
Bismarck dejó de luchar contra la iglesia católica y le hizo ciertas
concesiones, pero no abolió el matrimonio civil obligatorio, y siguió
controlando la educación religiosa. Hoy día, en Alemania, el estado y
las dos grandes iglesias cristianas tienen estrechas relaciones. Los
sacerdotes reciben un sueldo del gobierno y participan en actividades
políticas. El partido conservador, el más influyente del país, se llama
cristianodemócrata, y defiende los intereses de católicos y
protestantes. En las escuelas públicas se imparten clases de religión y
frecuentemente se reza. A veces resulta difícil establecer un equilibrio
entre católicos y protestantes. Las iglesias se dedican a obras sociales
con dinero del gobierno. Monjas y curas pueden administrar hospitales y
colegios, si muestran su calificación profesional por medio de exámenes
estatales. Se podría decir que las iglesias son parte del gobierno. En
realidad, junto con los sindicatos, las dos grandes iglesias son los
organismos de más peso político en el país. En una campaña electoral
reciente, el Partido Verde exigió al gobierno de Baviera ya no pagar tan
altos sueldos a los obispos del estado, pero no insistió mucho, para no
ser calificado de anticristiano.
También en otros países europeos, como España, la iglesia católica
recibe fuertes subsidios oficiales. En realidad, en Europa, sólo Francia
y los antiguos países comunistas implantaron una separación estricta
entre estado e iglesia.
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