Y son esas
"ideas preconcebidas" las que, con toda
probabilidad, influyen en muchos ciudadanos a la
hora de marcar la casilla que beneficia con el 0,7%
del Impuesto sobre la Renta a la Iglesia católica;
la beneficia a la vez que perjudica a toda la
ciudadanía. Porque ese porcentaje no proviene de la
renta de los contribuyentes católicos (lo cual sería
lo justo y lo lógico), sino del total de los
ingresos recaudados de todos los ciudadanos; es
decir, ese 0,7% (que en 2007 supuso 241 millones de
euros) se resta del dinero público que debería
destinarse a la mejora de la sanidad, de la
enseñanza, a la subida de las pensiones más bajas, a
reforzar el apoyo a los desempleados, etc.etc., o
sea, al bien público, al bien de todos.
Por otro lado, poner la cruz en la casilla destinada
a fines sociales (254 millones de euros en 2007),
además de constituir un anacronismo que, igualmente,
desvía fondos públicos a organizaciones privadas,
contribuye también a la financiación pública de la
religión, porque son numerosas las asociaciones de
carácter confesional que "compiten" por esos fondos,
aunque se registren como "asociaciones sin ánimo de
lucro".
En estos días, numerosos colectivos laicistas
informan a la población de estos hechos, que suelen
ser del desconocimiento general, como Europa Laica o
Granada Laica, que acaban de hacer pública una
campaña reseñando la inconveniencia de seguir
financiando con dinero público de todos a la
institución católica; e instan a los ciudadanos de
ideas laicistas, por los motivos que básicamente he
expuesto, a no canalizar ningún dinero público a
estas entidades de carácter privado, no poniendo
ninguna cruz en las casillas de la declaración de la
renta.
Porque, al igual que ningún católico financia a los
protestantes o a los agnósticos, es muy injusto que
todos los españoles contribuyan a financiar una
institución cuyo credo, ni de lejos, todos
comparten. Y porque la obra social debería ser
gestionada por el Estado, a través del Parlamento,
para que sea realmente justa y democrática, y no se
debería dejar en manos de las religiones, que nos
venden "caridad" en lugar de justicia y solidaridad
real, además de unos dogmas excluyentes que son
incompatibles con el pluralismo democrático..
Hace solo unos días el Papa ha instado a los fieles
católicos "…a no ser egoístas y a ayudar a los
pobres y a los que no tienen voz durante la crisis
económica que atraviesa el mundo". Tales palabras me
sugieren que la propia jerarquía católica debería
"tomar nota" de sus propias sugerencias; y, en una
época de grave crisis económica, para dar ejemplo de
sus palabras, deberían renunciar a los casi 400
millones de euros que perciben sólo de la cruz en la
renta, y donarlos, como "buenos cristianos", a los
"pobres", que no lo serían si de verdad hubiera una
política social democrática y decente, y si no se
desviaran cantidades astronómicas del dinero público
a las organizaciones religiosas.
Coral Bravo es
doctora en Filología y miembro de Europa Laica