Aznar y Bono. Cristianismo y
política actual
Coral
Bravo
UCR 17 de Octubre
de 2009
Echando mano de la teoría de
la estilística literaria
(que explica muy bien los
barroquismos de las
contradicciones humanas), y
de uno de los recursos de
estilo más comúnmente
empleados (la antítesis o
contraste), me atrevo a
asegurar que algunos
políticos españoles, no sé
si conscientemente, son
verdaderos expertos en
llevar al terreno de la
gestión pública ciertos
contrasentidos que nada
tienen que ver con la
honradez política ni con los
intereses ciudadanos.
Me explico. La
antítesis es una figura de estilo a
través de la cual se relacionan dos
términos con significados
radicalmente opuestos (blanco/negro,
día/noche..). Cuando, por ejemplo,
Lope de Vega escribía versos como
"Fuego es el agua/ sierpes las
flores...", empleaba la antítesis
como herramienta literaria para
expresar un estado emocional,
pasional y subjetivo.
Pero el estado emocional y subjetivo
de algunos políticos que, como el
señor Aznar o el señor Bono, dominan
el arte de la antítesis en su
discurso, a los ciudadanos nos debe
importar "un pimiento morrón".
Porque la política es, o debería
ser, un servicio público destinado a
la mejora de las condiciones
objetivas de la ciudadanía; y estos
señores deberían dejar sus creencias
personales y su "estado emocional"
en casa, ocupándose muy mucho de
trabajar por lo que cobran, es
decir, por servir eficaz y
objetivamente (y con asepsia
confesional) a su país y a los
ciudadanos.
Y me explico más: el señor Aznar, el
pasado día nueve en una visita a
Polonia, declaraba que "el sueño de
Europa es el sueño de la libertad",
y, a su vez, habló de "la necesidad
de conservar nuestra historia para
conservar las raíces del
cristianismo". Memorable discurso
para los "idiotas". Quizás el señor
Aznar ignora que los conceptos
"libertad" y "religión" son
antagónicos del todo, y quizás
desconozca que el avance de las
libertades siempre se ha conseguido
con virulenta oposición de las
religiones.
Por otra parte, el pasado día 10, en
el Congreso de la Liga Internacional
de Socialistas Religiosos (por
cierto, el nombre de esta liga es ya
antitético del todo), el señor Bono
se ha quedado "tan ancho" cuando ha
afirmado que "los valores cristianos
son un buen camino para conseguir
una renovación del socialismo". De
nuevo el señor Bono muestra un
confesionalismo que es muy
respetable en su ámbito privado,
pero inaceptable en el ámbito
político. Entiendo que el PP esté
"cristianizado", pero "apañados"
vamos si se dedican a cristianizar
al PSOE.
Entiendo que es muy complejo
desligar el término "cristianismo"
de los supuestos valores humanos que
muchos siguen, erróneamente,
atribuyendo a lo religioso. Hacen
falta muchas lecturas y una ardua e
imparcial investigación de la
realidad, más que académica,
personal, para despojarse de falsas
ideas aprendidas y poder acceder a
una visión objetiva de las cosas.
Pero existen unas premisas muy
básicas que cualquiera puede
entender y que son, o deberían ser,
de manual para los políticos:
1.- El hecho
religioso debe estar al margen del
hecho político.
2.-La libertad de
conciencia es el pilar básico de
toda democracia y el principal
garante del respeto a los derechos
humanos.
3.-El objetivo de
cualquier gestión en política debe
basarse en la defensa de los
derechos ciudadanos, y no el la
defensa de los intereses de ninguna
religión ni ninguna oligarquía.
4.-Se puede ser
socialista y cristiano (también
algunos se llaman ecologistas y
arrojan colillas al monte), pero
ningún socialista, como ningún
político de ninguna creencia o
confesión, puede ni debe inmiscuir
sus propias creencias en su
actividad pública; es una actitud
contraria e incompatible con las
premisas democráticas más básicas.
La historia de las religiones está a
manos de cualquiera. Las religiones
son claramente organizaciones
totalitarias, jerárquicas,
piramidales y, por tanto,
antidemocráticas, que han oprimido
secularmente a la humanidad, han
generado cruzadas, guerras y
dictaduras, han frenado el avance de
la ciencia, y se han opuesto siempre
con rotundidad al progreso humano y
a las democracias.
Los llamados valores cristianos son,
en realidad, valores humanos
universales, que nada tienen que ver
con ninguna religión organizada,
sino con los preceptos éticos y
morales intrínsecos a los seres
humanos tolerantes, decentes,
magnánimos y fraternales. Porque,
como afirmaba el ensayista y poeta
León de Gandarías, "muchos hombres
encuentran más fácil creer en una
divinidad que tomarse el trabajo de
investigar y buscar la verdad", y,
como decía Gandhi, "nada más alejado
de la espiritualidad que las
religiones y su avidez de poder".
Coral Bravo es Doctora en
Filología y miembro de Europa Laica
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