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Zaragoza no se merece un alcalde como Belloch

 

Joaquim Pisa

 

Aventura en la Tierra 27 de Febrero de 2009

 

Un artículo del profesor Julián Casanova en El País pone el dedo en la llaga en el escándalo formado en Zaragoza ante el estúpido capricho -no cabe calificarlo de otro modo- del actual alcalde, el socialista Juan Alberto Belloch, empeñado en dedicarle una calle de esa ciudad a José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Al parecer, la megalomanía y las tonterías de Belloch vienen de lejos, aunque hasta ahora no habían tenido la dimensión política y social alcanzada por esta última, de momento, patochada del señor alcalde. De todos modos, iniciativas como la Expo del Agua celebrada (es un decir) el año pasado en Zaragoza, habría que inscribirlas en ese deseo de hinchar pecho y sacar cabeza porque sí, porque para eso se es alcalde, para mandar lo que le sale a uno de las gónadas y montar una Exposición Universal a los que no acude casi nadie de fuera de la ciudad o dedicarle una calle al ideólogo de cabecera de los Consejos de Ministros tardofranquistas. Eso al menos es lo que parecen creer Belloch y otros que piensan y actúan como él.

 
 

Dice Julián Casanova que los callejeros españoles se dedicaron desde finales del siglo XIX a "honrar a los políticos del momento, liberales y conservadores, a nobles, terratenientes y a las buenas familias de la industria y de la banca. Junto a ellos, aparecieron también las glorias de España, los héroes de la Reconquista y mitos medievales, reyes y emperadores". Obviamente no podía faltar la la "fusión del españolismo con el catolicismo, bien reflejada en los nuevos callejeros, repletos de personajes de raza, militares y santos". Repasa luego Casanova el esfuerzo por poner al día el nomenclátor ciudadano español llevado a cabo durante la II República, abriendo los nombres de nuestras calles y plazas a advocaciones y personalidades de carácter progresista o simplemente cultural, científico o de puro interés ciudadano. "Duró poco, sin embargo, esa huella, borrada a golpe de fusil del callejero y de la historia a partir del 1 de abril de 1939", nos recuerda inmediatamente el profesor zaragozano. Quizá como nunca antes, los negros años de la dictadura franquista vieron encaramarse a las placas de nuestras vías públicas a "héroes inventados, criminales de guerra y asesinos en nombre de la Patria", además de elementos colaboracionistas de todo pelaje y condición, aunque con fuerte predomino del catolicismo tridentino entre ellos.

 

Muerto el dictador, poco a poco los ayuntamientos han ido limpiando nuestras calles, y al menos en las grandes urbes ya no es fácil encontrar ese rastro infame de nombres de canallas que tanto daño hicieron en un pasado, mucho menos lejano eso sí de lo que algunos quisieran hacernos creer. "Por eso no es una cuestión irrelevante", concluye Casanova, "que Juan Alberto Belloch se haya empeñado en ponerle a una calle zaragozana el nombre de San José María Escrivá de Balaguer", violando de paso un acuerdo de todos los grupos municipales de Zaragoza para substituir los nombres de criminales franquistas de uniforme que aún pervivían en el callejero por otros aceptados por todos los partidos incluido el PP.

 

Lo de Belloch en suma es mucho más que una alcaldada de un individuo ególatra que adquiere compromisos de espaldas a sus concejales e incluso de su propio partido, prometiendo a la representación local del Opus una calle con el nombre de su "santo" fundador. Lo que está haciendo Belloch es escarnecer la memoria histórica de tantos zaragozanos asesinados o represaliados por el franquismo que siguen sin tener un recuerdo digno en su ciudad, mientras se intenta rebautizar una vía pública con el nombre de uno de los sostenes ideológicos de aquél régimen infame. Y de paso, rompe un consenso político difícilmente logrado y articulado precisamente en torno a la necesidad de depurar el callejero zaragozano de elementos que siguen recordando ese pasado rancio y criminal, en el que el nacionalcatolicismo encarnado por Escrivá de Balaguer tuvo papel protagonista de primer rango.

 

En las próximas elecciones municipales zaragozanas, Juan Alberto Belloch no debería estar en la lista del PSOE, por simple credibilidad de éste partido ante sus propios afiliados y votantes.

 

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La imagen es una ilustración creada en los años sesenta por V. de Sola para la Editorial Ruedo Ibérico. Escrivá de Balaguer cabalga a Franco -quien le hizo marqués de Peralta-, mientras las alforjas rebosan joyas y objetos preciosos.

 

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