Correo  

Alameda, 5. 2º Izda. Madrid   28014 Teléfono:  91 420 13 88 Fax: 91 420 20 04     

No consiento que se hable mal de Franco en mi

 presencia. Juan  Carlos «El Rey»   

 

 

“Reyes Magos”… ¿festividad inocente?

Antonio García Ninet

 

UCR 6 de Enero de 2009

 

.No sé a qué imbécil se le ocurrió introducir la festividad de “los reyes magos”, pero se trata de una tradición que ni siquiera tiene sus orígenes en los evangelios, pues en el atribuido a Mateo sólo se habla de unos sabios o de unos magos –según cuál sea la traducción-; en el atribuido a Marcos no se menciona para nada esta anécdota; en el atribuido a Lucas, aunque se habla de la presencia de unos pastores y de un ejército de ángeles en las proximidades del lugar en que supuestamente nació Jesús, no se menciona la presencia de reyes ni de magos, mientras que en el de Juan “el Anciano” no se menciona nada relacionado con el nacimiento de Jesús.

El caso es que, al margen de anécdotas e invenciones de quienes escribieron los evangelios, lo peor del caso es que, aunque el cristianismo no nació siendo necesariamente monárquico, a alguien se le ocurrió convertir a esos magos imaginarios en reyes imaginarios y posteriormente en reyes supuestamente históricos.

Posteriormente ese mismo cristianismo fue otorgando el título de rey tanto a Jesús, “Rey de los Cielos” o “Cristo Rey”, como a María, “Reina de los Cielos”. Esos títulos no eran inocentes y al margen de cualquier conexión con la política: En cuanto la Jerarquía Católica ha estado unida a los poderosos de todos los tiempos y, de manera especial, a los emperadores romanos desde Constantino y posteriormente a las monarquías medievales y modernas, de las que consiguió privilegios y tesoros especialmente importantes, reflejó su agradecimiento mediante la asignación a la “jerarquía celestial” de títulos similares a los de las organizaciones políticas a las que tanto debía, tanto en la época del Antiguo Testamento en la del Nuevo, al tiempo que concedía a los reyes terrenales el título sagrado de “reyes por la gracia de Dios” –igual que Franco, “caudillo de España por la gracia de Dios”-. La simbiosis entre la Jerarquía Católica y las monarquías debía tener su reflejo en las doctrinas y creencias religiosas, y eso debió de determinar la visión del mundo celestial como una realidad jerarquizada a semejanza del sistema de clases de esas mismas sociedades antiguas y feudales, con sus reyes, príncipes, duques, condes, y toda la larga serie de títulos nobiliarios que se corresponderían con los correspondientes títulos de Dios y su madre como rey y reina de los cielos, y con el orden jerárquico de los diversos espíritus celestiales, encargados de servir y glorificar a Dios –según dice, la Jerarquía Católica, aunque en realidad no entiendo qué servicio ni qué gloria podrían proporcionar a Dios toda esa variedad angélica compuesta por ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos y querubines y serafines.

Así que el problema que tenemos quienes estamos hartos del clasismo y de la arrogancia estúpida representada por la monarquía y su “sangre azul” es que no sólo tenemos que concienciar a la gente de que eso de la monarquía es anacrónico y un insulto a quienes viven de su trabajo y de que ningún hombre es superior a otro, sino además de que las mismas tradiciones cristianas ayudan a esta institución a perpetuarse, pues ya los niños pequeños aprenden a ver a “los reyes magos” como personajes especialmente bondadosos que les traen regalos todos los años, a pesar de que a lo largo de la historia los reyes auténticos se han caracterizado por su despotismo, robos y atropellos a “sus pueblos” y a “sus siervos”.

 

-----------------------------

Antonio García Ninet es Doctor en Filosofía.

 

Enviar comentarios a  agarninet@gmail.com

 

 

  Página de inicio 

Free counter and web stats