Con el rechazo
indignado de los vecinos, y sin el
apoyo de la oposición, el
Ayuntamiento de Madrid ha acordado
regalar 25.000 metros cuadrados de
suelo a la iglesia católica para la
construcción de un minivaticano.
Así, una de las zonas más bellas de
Madrid, Las Vistillas, cambiará su
rostro natural por el de cemento
armado de los obispos.
E, inevitablemente, surge la
pregunta: ¿Por qué no se compran
ellos unos terrenos con su dinero y,
luego, construyen lo que les
apetezca? Muy al contrario, los
españoles tendremos que financiar el
minué de sotanas y escapularios en
pleno centro de la capital.
Esta cesión de suelo al Arzobispado
evidencia los privilegios a favor de
la iglesia católica por parte de las
Administraciones públicas. Y esta
cesión de suelo no es única. Como
afirmó recientemente Fernando
Delgado, Presidente de Europa Laica,
“se dan cesiones públicas a
mansalva”.
De este modo, la iglesia católica
recibe miles de millones en forma de
suelo. Esta riqueza, que pertenece a
todos los ciudadanos, acaba en el
bolsillo de quienes se han opuesto
rabiosamente a la ley del divorcio,
la del aborto, la ampliación del
matrimonio a otros colectivos, la
investigación con células
embrionarias, la muerte digna, la
educación para la ciudadanía…
Sí, millones de euros en forma de
suelo son regalados a quienes
lucharon para que un matrimonio que
no se soporta tuviera que resignarse
a la infelicidad.
Sí, millones de euros en forma de
suelo son regalados a quienes
conspiran en sacristías y despachos
contra la investigación con células
embrionarias que pueden curar
enfermedades como el temible
Parkinson, la diabetes, procesos
degenerativos, coronarios, medulares
(paralíticos, tetrapléjicos, etc.).
Si, millones de euros en forma de
suelo son regalados a quienes,
durante siglos, impusieron sus
criterios en las aulas y
adoctrinaron a niños y niñas.
Hoy los católicos siguen gozando de
toda libertad y posibilidades para
que sus hijos reciban lecciones de
religión católica. Y, a pesar de
esto, los obispos braman para que no
se imparta una enseñanza no
confesional, abierta a los valores
constitucionales.
Tristemente conocida es su oposición
a Educación para la ciudadanía que,
lejos de adoctrinar o imponer, busca
formar ciudadanos libres, tolerantes
y de criterio abierto.
Y esto, precisamente esto, es lo que
ellos temen.
Acostumbrados durante siglos a
imponer sus dogmas, rabian como
lobos hambrientos ante cualquier
hilacho de librepensamiento. Tienen
la guerra perdida. Y lo saben. Pero
no porque un Gobierno lo ordene,
sino por la evolución de la
conciencia social.
Lo anterior los impele a dar
coletazos de rabia.
Desgraciadamente, en sus coletazos
de rabia rebañan millones de euros
que pertenecen al conjunto de los
ciudadanos. Millones de euros que
podrían emplearse en guarderías,
colegios, pensiones, instalaciones
deportivas y recreativas, locales
para la juventud… en su lugar, si
nadie lo remedia, contemplaremos un
minivaticano y un desfile multicolor
de mitras y sotanas por el centro de
Madrid.
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Gustavo
Vidal Manzanares es jurista y
escritor gustavovidalmanzanares.blogspot.com