Intolerancia
religiosa
Arturo del Villar
UCR
12 de Mayo de 2009
Durante su estancia en Jordania el
conocido como Benedicto XVI ha abogado por la libertad religiosa como una
necesidad humana. Lo dice porque el catolicismo romano se encuentra en minoría
en los países en donde predomina de una manera absoluta el islamismo. Pero no
habla de las persecuciones que su Iglesia ha organizado durante siglos contra el
islamismo, desde las cruzadas medievales. Las guerras religiosas que desangraron
a Europa estuvieron azuzadas por la Iglesia de Roma. Ahora el apodado papa
reclama para sus creyentes lo que sus predecesores negaron a los demás.
No hay ninguna otra institución en
toda la historia de la humanidad más intolerante que la Iglesia romana. Es la
que creó el llamado Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición para quemar
vivos a los disidentes. Es la que elaboró un Index librorum prohibitorum,
vigente hasta 1965, con la relación de obras literarias, religiosas o
científicas que prohibía leer a sus súbditos bajo pena de muerte, causante del
retraso científico en los países sometidos a su tiranía. Es la que en 1864
publicó un Syllabus para condenar a los seguidores de ochenta supuestos
errores, entre ellos el liberalismo y el socialismo. Es que lanza anatemas y
excomuniones contra los que no acatan sumisamente sus dogmas.
Esa especie de fantasma patético
que se presenta vestido de blanco, en realidad está teñido con la sangre de
millones de víctimas asesinadas por la Iglesia romana, una institución genocida.
Y tiene la desvergüenza de pedir libertad para sus creencias en los países en
donde son minoritarias. Habría que tratar a sus seguidores de la misma manera
que hizo siempre la Iglesia de Roma con los que consideraba herejes. El Tribunal
Internacional de Justicia debe juzgar por crímenes contra la humanidad a los
seguidores de esta secta.
Como decía Anatole France, “la
Iglesia romana se queja de estar perseguida cuando no puede perseguir a los
demás”. Gran verdad.
Madrid, 10 de mayo de
2009