El
hombre elefante
Javier
Pérez de Albéniz
Soitu
25 de Marz ode 2009
Cuenta una vieja
leyenda africana que los elefantes se
vuelven locos cuando no eyaculan. El semen
se les sube a la cabeza, donde se acumula y
presiona el cerebro hasta desquiciarlos.
Estos ejemplares perturbados se vuelven
irascibles, y pueden ser muy peligrosos para
el resto de animales (incluido el hombre),
por lo que uno no se puede andar con
chiquitas: hay que eliminarlos antes de que
causen alguna desgracia.
El casto
Benedicto XVI
ha dicho, durante su visita a
África, que los preservativos
aumentan el problema del sida.
Evidentemente al Papa no le
preocupa lo más mínimo la
enfermedad que mata cada día a
más de 6.000 personas
sólo en ese continente. Lo que
le trae de cabeza es el sexo.
Esos negros y negras que follan
como monos, por delante y por
detrás, en la choza y bajo el
baobab, ajenos a las reglas
sobre abstinencia y fidelidad
que dicta la Santa Madre
Iglesia.
Como
viene siendo habitual,
la Iglesia habla de
temas que desconoce.
Eyacular es bueno, para la
próstata e incluso para los
católicos. Lo dicen los
urólogos y Siniestro
Total: "al que eyacula, Dios
le ayuda". Si no me
creen, fíjense en el
deterioro irreversible del
pobre Sánchez Dragó,
eyaculador interior. O del
mismo Benedicto, proboscidio
bípedo de mitra reventona.
Tiene este personaje algo de
mojigato y algo de sicópata.
Podríamos definirle como
genocida intelectual: si la
historia sigue su curso,
tarde o temprano tendrá que
responder por todas las
muertes que se producen y se
producirán en el mundo por
seguir sus irracionales
consejos. Pagará por
incumplir el quinto
mandamiento: no matarás. |
¿Se sabe el Papa el quinto
mandamiento? Foto: Ciro
Fusco (EFE) |
Las
necedades de la Iglesia parecen infinitas,
pero por reiteradas han perdido capacidad de
sorpresa. Resulta impactante la miseria
intelectual, profesional y moral de
tertulianos y medios de comunicación que, en
pleno siglo XXI y pese a tener secciones
dedicadas a la ciencia (y hasta
suscripciones a 'Nature'), son capaces de
bailar al ritmo que marca una secta. Y todo
por aumentar las audiencias, las ventas, las
cuentas corrientes. Les pondré un ejemplo...
El
sábado 21 de marzo de 2009 Juan
Manuel de Prada escribe en ABC: "el
sida tiene su origen en la promiscuidad
sexual; y el matrix progre, en lugar de
combatir la promiscuidad sexual, la exalta y
aplaude, exhortando a sus súbditos a
entregarse a ella sin recato y regalándoles
luego un condón, para que actúe como
salvoconducto de su promiscuidad".
Prada, el hombre que nació viejo,
no sabe, o no quiere saber, que según una
información publicada hace meses
precisamente por la prestigiosa revista 'Nature',
los análisis genéticos sitúan el origen del
sida alrededor de 1908. Y que desde hace
años los científicos saben que proviene de
un virus de los chimpancés que saltó a los
seres humanos en África, probablemente
cuando éstos comían monos.
Lástima de cerebros comprimidos y
despachurrados por su propio semen. Con lo
fácil y sano que es eyacular.