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Guerras de Creencias (1)

Emilio del Barco

UCR 6 de Diciembre de 2009

La historia se repite; las guerras religiosas no dejan inocentes en los templos. Es desde los centros de oración, donde más se avienta  el fuego.  El objetivo es acabar con el diferente.

Las creencias intransigentes, que cultivan el dogma imposible, son las menos pacíficas. Llevan el alma de la intolerancia dentro.  Las organizaciones de creencias, que siempre han tratado de mantener sus territorios vedados a otros credos, ven al diferente como enemigo a extinguir.

La historia de las religiones es la historia de las luchas por el poder.  Una cosa son los creyentes y otra sus dirigentes.  Quienes manejan las tropas, tras las que siguen los predicadores. Se comportan como jefes militares,  que quisieran haber estado al frente de las tropas, ansiosos de nuevos territorios, donde mandar y enriquecerse. Poder y riqueza no son lo mismo, pero se complementan bien.

En una guerra de idealismos, se entra y sale con los mismos idealismos marchitos. En una guerra religiosa, intransigente, se suele entrar creyente y salir fanático.

La religión es poder. Están basadas en la obediencia ilimitada a  unas reglas estrictas, que marcan a la persona por siempre.  El temor a lo eterno, a su posibilidad incierta, lo puede todo.

La sombra de los templos es alargada. Se procura que sea el edificio más destacado de cada ciudad. Más que un símbolo de la divinidad, es el emblema del poder de las organizaciones religiosas. En todas las religiones, tengan uno o mil dioses.

El poder en sí no es negativo, siempre que no se use para imponer  la voluntad de una organización de creencias, a toda la sociedad que abarque.

Es inevitable, el pensamiento religioso está limitado por sus creencias. Distintas en cada religión, pero con el mismo fin de dominio. Cuando nos hacemos preguntas, sobre algo que desconocemos, nuestra inquietud intelectual nos lleva a buscar respuestas. Y esto conduce a dos caminos de solución: La fantasía o la investigación. Si nos servimos de la imaginación pura y la inventiva, crearemos una fábula, más o menos razonada, pero irreal. Estos son los relatos que, sobre el origen del Universo real, y sus dioses de fantasía, encontramos en todos los sistemas de creencias. Tan variados, en sus miles de versiones, como cualquier literatura fantástica. Cuando, en vez de inventar, tratamos de investigar y razonar, para llegar a la verdad, estamos creando ciencia.

Indudablemente, el camino de la ciencia es más difícil, lento y complicado que el de la fantasía. Cualquier pequeño paso adelante, en el mundo de las ciencias, está cimentado  sobre el conocimiento adquirido, a través de continuos estudios, pruebas, experimentos.

Las limitaciones impuestas durante siglos a la investigación científica,  son  una expresión más del poder. No del poder de los dioses, Sino del de los hombres, que dicen representarlos.  El conocimiento no puede ser limitado. Porque el saber humano se amplía constantemente.  Lo que sí debe estar limitado es el poder que puedan ejercer unas personas obre otras.

Emilio del Barco mailto:emiliodelbarco@gmail.com

 

 

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