La devoción de
Belloch
Victoria Lafora
Diarios del Siglo XXI 16 de Febrero de
2009
Rara
interpretación ha hecho el alcalde de Zaragoza de la vituperada
y fracasada Ley de la Memoria Histórica. Catorce meses después
de su aprobación en el Parlamento decide cambiar el nombre de
una de las calles céntricas de su ciudad dedicada a un militar
franquista por el del fundador del Opus Dei. ¡Eso es tener
memoria y lo demás son cáscaras!
El escándalo en la capital maña no ha hecho más que empezar. Una
cosa es la devoción del Alcalde y otra muy diferente olvidar el
apoyo que Escrivá de Balaguer prestó al régimen de Franco. Los
miembros de la "Obra" se hicieron fuertes en los últimos
gobiernos de la dictadura desplazando a los falangistas y había
cuatro ministros del Opus en el ejecutivo que firmó las condenas
a muerte de los últimos fusilados, tres meses antes de morir el
dictador.
Resumiendo: en esta peculiar aplicación de la Ley de la Memoria
el socialista Belloch ha quitado la calle a un general que apoyo
a Franco para dársela al fundador de una rama de la Iglesia que,
cuando interminables años después, desde todos los ámbitos de
las democracias internacionales se condenaba al régimen, le dio
el apoyo moral y religioso para continuar con la "cruzada" y
seguir fusilando.
Así es como entiende el alcalde de Zaragoza que se debe aplicar
la Ley. Para justificarse ha empleado argumentos tan peregrinos
como decir que Karl Marx también tiene una calle en Zaragoza
(suponemos que no habrá sustituido a la hasta ahora llamada
santa Teresa de Jesús); o que Escrivá de Balaguer era de
Barbastro, que es una localidad de Huesca no un barrio de
Zaragoza.
También defiende Belloch la santidad de Balaguer como un
argumento irrefutable para la concesión del honor. Pero hay
vecinos que se preguntan si entre todo el santoral no había otro
nombre menos ligado al franquismo que el fundador del Opus Dei
del que Belloch se muestra tan devoto.
Otra vez, como ya ocurrió cuando formaba parte de los gobiernos
de Felipe González, Juan Alberto Belloch juega a lo suyo. En
aquel entonces mantenía "fluidas" relaciones con personajes que
querían tumbar a "su" gobierno y ahora reinterpreta el laicismo
de Zapatero coqueteando con la Obra.
Todavía se ha atrevido a descalificar a los que le critican
diciendo: "que tengamos una izquierda sectaria es un hecho, pero
afortunadamente convivimos con otra serie de personas
progresistas a los que el sectarismo nos parece lamentable".
¿Qué tendrá que ver la progresia, de la que sorprendentemente
dice formar parte, con una interpretación torticera de la Ley
que pretendía reconocer los derechos de quienes padecieron
persecución o violencia durante la dictadura?