Pero, en un
momento de la conversación, con un
café de por medio, nuestras sonrisas
cómplices se tornaron, casi
imperceptiblemente, en muecas de
cierto incomodo a pesar de estar las
dos radiantes por habernos
reencontrado. Esto ocurrió porque
surgió el tema de la moral y la
ética. Ella, que se ha convertido en
una mujer tradicional y
conservadora, votante del PP, para
más señas, (y con inquietudes
vitales que no van más allá de
cuidar de sus niños, tener la casa
impecable y pensar en las rebajas
para su guardarropa de la próxima
temporada -lo cual respeto-), me
hizo una pregunta que me sobrecoge y
que algunos españoles articulan
“remedando” a la derecha y a las
voces de la iglesisa sin reflexionar
sobre el significado de lo que
dicen: -“¿Te parece bien la
inmoralidad de este gobierno que
acepta el crimen del aborto?”
Razonando
Ante tal pregunta y mi consiguiente
sorpresa, yo, abandonando la actitud
afectiva que me había embargado
durante el resto de la charla, le
contesté que se trataba de un tema
muy complejo, un problema social que
cualquier gobierno está obligado a
encarar y regular para evitar
también otras muertes, las de las
madres involuntarias que se someten,
de todos modos, a abortos
clandestinos. Le dije que se
trataba, en primer lugar, de un
problema médico y humano, y no
religioso o moral, además de ser una
cuestión velada de mezquinos lucros
comerciales que, mientras el aborto
esté sin regular, en la
clandestinidad son muy jugosos.
Nada que ver
Ante mis argumentos, su respuesta me
acabó de pasmar del todo: “...es que
la muerte de esas mujeres que matan
a sus fetos no le tiene que importar
a nadie; es lo que se merecen...”.
–“¿Te das cuenta de que dices
defender la vida, cuando, en
realidad, estás justificando la
muerte?”, le increpé, intentando
disimular mi perplejidad, y dando
por zanjado el tema porque me daba
cuenta de que, a nivel profundo,
ella y yo ya no tenemos nada que
ver...
Muertes
Y plasmo aquí esta anécdota personal
porque ilustra muy bien esa doble
moral de la derecha de la que el PP
viene haciendo gala sin pudor ni
vergüenza; esa doble moral que
moldean según son sus intereses de
partido, y según los intereses de
sus mentores y “guías espirituales”;
ese cinismo, construido de dobleces
morales, por el que son capaces de
llamar a los demás “asesinos” por
mirar cara a cara un grave problema
humano en la sombra, mientras
vuelven la cabeza cuando se trata de
muertes que se avienen a sus
conveniencias.
¿Defensa de la vida?
En la misma línea se sitúan las
declaraciones inauditas de Francisco
Marduenda, director del
ultra-conservador diario La Razón,
que justifica la matanza de
trescientos niños palestinos,
argumentando que “muchos niños
mueren de muertes naturales”. ¿Es
esa la defensa de la vida que tanto
aclaman cuando les interesa atacar
al gobierno y hacer política con su
“supuesta”moralidad?; ¿cómo es
posible que vociferen contra el
aborto, alegando la defensa de la
vida, cuando vuelven la mirada ante
cientos de niños asesinados?, ¿será,
acaso, porque esos niños son
musulmanes?, ¿será quizás porque hay
poder y dinero de por medio?... ¡Que
alguien me lo explique, porque mis
“entendederas” no llegan, o no
quieren llegar a tanto....!
Masacre
Y, por otro lado, echo mucho de
menos una gran concentración en la
Plaza de Colón de todos aquellos que
se creen en posesión del monopolio
de los valores morales y el amor al
prójimo. Ignoro dónde se meten los
que vociferan que defienden tanto la
vida, los que, con el gancho de
ayudar a los niños pobres, llenan
sus arcas con ingentes cantidades de
dinero del erario público. Es ahora
cuando deberían hacer una
macro-manifestación exigiendo
respetar la vida de esas criaturas
que, por fanatismos religiosos y
políticos, están siendo masacradas.
Silencio
Pero están callados. La muerte de
centenares de vidas inocentes, sin
edad aún de entender la mezquindad
humana, la pasan por alto. No dicen
nada, no claman en las ondas
radiofónicas, ni movilizan a sus
seguidores, ni amotinan a sus
adeptos desde sus tribunas, ni se
concentran en Colón. Apartan su
mirada ante esos niños muertos. No
dicen nada. Están callados....
--------------------
Coral Bravo es doctora en
Filología y miembro de Europa Laica