Antisexualismo clerical
Ulises Casas Jerez
Escuela ideológica
Todas las religiones que la Humanidad ha sufrido condenan el
sexo; pero el sujeto de esa condena no es el hombre sino la
mujer. la causa: la procreación humana le disputa el principio
creacionista divino a todas las religiones.
Muy poco se ha
investigado, filosófica, ideológica, social y culturalmente,
sobre la causa que genera la condena del sexo por parte de todos
los jerarcas de las iglesias conocidas en la Historia. Y no se
hace porque la mayor parte de la Historia de la Humanidad, y de
los pueblos en particular, la escriben hombres, y hombres
fundamentalmente creyentes. El rechazo a la sexualidad lo
proclaman las religiones monoteístas; éstas responden a las
sociedades de naturaleza patriarcal y de regímenes de propiedad
privada individual; en los regímenes de carácter esclavista
predominaba el politeísmo y, en consecuencia, no existía
condenación alguna al sexo; al contrario, se respetaba las
manifestaciones femeninas y las diosas tenían el mismo o
superior rango mítico a los dioses. En el modo de producción
esclavista, sus sociedades explicaban la existencia del Universo
como algo natural y las diosas y los dioses eran, ellos mismos,
manifestación de fenómenos de la Naturaleza.
Al término de las
sociedades esclavistas, la griega y la romana como las de mayor
importancia, se cubre con un manto oscurantista y represivo
criminalmente la Historia, principalmente la historia de
Occidente, considerando como Occidente lo que es Europa y alguna
parte del Asia que linda con ella. El acceso del cristianismo al
régimen imperial romano impone su dominio religioso y se inicia
una era de total represión y exterminio de quienes pretendan
disentir de sus principios, dogmas y creencias. Esa represión
incluye la liquidación de la cultura de las sociedades
esclavistas, la desaparición de sus diosas y dioses y la
implantación de la religión cristiana monoteísta de origen
judío.
El judaísmo es,
esencialmente antifeminista. La leyenda de Adán y Eva es el
inicio de la represión machista contra la mujer: ella es la
culpable de la “pérdida” del paraíso. La leyenda de Jesús, como
el Mesías, coloca su nacimiento por fuera de la reproducción
humana: nace de una “virgen”. El culto religioso a la mujer se
ofrece a quienes no lo son: las vírgenes.
La esencia de este
fenómeno religioso, consustancial a todas las religiones, se
encuentra en el creacionismo que a todas ellas es fundamental:
si el ser humano nace de la unión sexual del macho y la hembra,
del hombre y la mujer en el caso del género humano, su origen le
disputa la creación divina del mismo. La procreación sexual del
humano se puede disculpar, por parte de las iglesias, si la
pareja se aviene a obtener el “permiso” para esa relación
reproductiva a través del matrimonio celebrado bajo la dirección
del respectivo funcionario clerical. A esto se ha de agregar que
esa relación tiene como objetivo fundamental la reproducción y
no el placer; si hay placer sexual se cae en el “vicio” y esto
cae en el campo del castigo religioso. En el matrimonio ha de
primar el objetivo reproductivo, el placer sexual ha de buscarse
en la amante o en el burdel y esto es “pecaminoso” pero se puede
superar con la “confesión”.
Lo que tenga que ver
con procreación se ha de conducir por el camino indicado por la
jerarquía clerical y todo su séquito de sacerdotes y monjas;
todo lo que se haga por fuera está prohibido. Tratar de
reemplazar al “creador” en la acción de procrear seres humanos
es poner en duda su poder, poder que se proclama tiene sobre
todo el acontecer universal. Quien se atreva a procrear sin el
permiso, sin el matrimonio celebrado ante el “ministro” de dios,
es anatematizado. El matrimonio civil no es tenido en cuenta
para los que militan en esas religiones, sólo efectos civiles y
administrativos genera en las sociedades modernas. La unión
libre es tenida por las religiones como una afrenta a sus dogmas
y es considerada como un “estado pecaminoso”.
En este año, que hemos
ofrecido como homenaje a Darwin, lo hacemos para reforzar
nuestros principios filosóficos materialistas dialécticos, en
consecuencia, el evolucionismo, y la denuncia de la mentira del
creacionismo que sustenta el dominio de las religiones sobre la
condición humana, hundida en la ignorancia y la pobreza tanto
material como cultural en que la mantienen las castas
económicamente dominantes y su legitimación por parte de las
jerarquías religiosas que forman parte indisoluble de aquellas.
Nuestra actividad
intelectual y material se centra en llevar el conocimiento y la
libertad de pensamiento a la mayor parte de la población, tanto
nacional como internacional, en la finalidad de que pueda
discernir entre la verdad y la mentira, el interés individual de
quienes la explotan material y culturalmente y el interés
general que nos caracteriza por la libertad de pensamiento. Si
luego de haber tenido la posibilidad de conocer, con la razón
por encima de la fe, se deciden por ésta última, que sea su
decisión y que ella corresponda a su nivel mental sustentado en
la organización neuronal de su cerebro en lo cual ya nosotros ni
la ciencia puede intervenir.
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