Misa
obligatoria
Martín
Segrera
La
República 24 de Agosto de 2008
Fui
testigo de cómo el Padre Llanos echó a cajas destempladas a unos
guardias civiles que se presentaron en su iglesia preguntando si
Fulano y Mengano iban a misa. Famosa excepción la de este
jesuíta, porque los clérigos bendecían, como ya san Agustín, a
los gobernantes que “obligaban a entrar” en la iglesia, aunque
así estuvieran “confundiendo la religión con la política”, en
palabras del cardenal Lercaro.
Tras la
muerte de Franco, los ciudadanos vivos ya no tienen que ir a la
fuerza a esos ritos religiosos, y de hecho no van en sus cuatro
quintas partes. Pero los muertos que son víctimas de unos
Funerales de Estado todavía tienen que ir obligatoriamente a
misa, violación de conciencia que volveremos a ver dentro de muy
pocos días, si la divinidad o la ciudadanía no se rebelan contra
ese insulto a la verdadera religiosidad y a los derechos
humanos. Porque Zapatero, a las reclamaciones, incluso desde su
mismo partido, para que cumpla el claro mandato de la
Constitución sobre la aconfesionalidad el Estado, ha respondido
que “todavía los españoles no estamos preparado para eso”. Lo
mismo que decía su predecesor en el Gobierno sobre la
democracia, es decir, sobre lo mismo.