Libertad religiosa y control.
Antonio García Ninet
UCR 15 de
Diciembre de 2008
Al señor Federico Trillo –miembro del
Opus Dei- no le hace ninguna gracia la modificación de
Ley de Libertad Religiosa de la que recientemente ha hablado
el presidente Zapatero y la vicepresidenta Teresa Fernández de
la Vega. Dice, entre otras cosas, que mediante la reforma de esa
ley lo que se pretende es “disolver el hecho religioso y
equiparar estas confesiones [la católica y otras] con las sectas
o con los movimientos esotéricos y, sobre todo, controlar,
controlar y controlar”.
Por lo que se refiere a esa supuesta
equiparación entre religiones y sectas, la verdad es que no
sería una mala idea, pues no veo qué diferencia existe entre
ellas, como no sea la de la cantidad mayor o menor de personas
que las siguen o la de la antigüedad de la correspondiente
agrupación. La palabra secta proviene del latín secare,
sectum: cortar. Y ¿qué es la religión católica
sino una secta que surge a partir de su “corte” con el
judaísmo?, ¿qué son todas las religiones sino sectas
surgidas a partir de otras religiones anteriores menos
elaboradas y más primitivas? Y, por cierto, ¿qué es el Opus Dei
sino una secta peculiar dentro del Catolicismo?
Si pretende decir que las sectas son
peligrosas, ¿qué secta es más peligrosa que la de la jerarquía
católica, que tantos asesinatos y tanta opresión ha causado a lo
largo de la historia?
Si pretende decir que las sectas
adoctrinan y representan un lavado de cerebro de las personas
que caen en sus redes, ¿qué secta mayor que la de la jerarquía
católica, que adoctrina impunemente a niños de seis años
coaccionándoles a creer absurdos como el del Infierno y como la
doctrina según la cual “sin la fe no hay salvación”.
Quizá el señor Trillo considera que las
sectas son doctrinas falsas mientras que la religión católica es
una doctrina verdadera. Pero eso mismo podría afirmar con todo
el derecho el creyente en una de esas sectas que el señor Trillo
menosprecia.
O quizá el señor Trillo pretende que la
religión católica tiene objetivos espirituales y desinteresados
desde una perspectiva material mientras que las sectas tienen
objetivos materiales, ligados al enriquecimiento personal de sus
dirigentes mediante una labor de proselitismo embaucador hacia
sus ingenuos seguidores. Pero eso mismo podría afirmar y con
mucho mayor motivo los seguidores de las diversas sectas que
observan cómo la jerarquía católica es la multinacional más
poderosa del globo, con millones de sucursales distribuidas por
todas partes y con riquezas tan enormes que con sólo una
centésima parte de ellas podría eliminar el hambre de África y
del resto del mundo.
Parece que en este punto la única
diferencia entre lo que el señor Trillo considera “religión” y
lo que considera “secta” consista en que la “secta” sería algo
así como un pequeño negocio, mientras que la “religión” sería
una multinacional bien montada. Cuestión de tamaño, pero no de
mayor o menor verdad proporcional a dicho tamaño.
Y por lo que se refiere a su opinión de
que lo que el gobierno desea sea “controlar, controlar y
controlar”, la verdad es que eso sería lo deseable, del mismo
modo que lo es el control de todos los sinvergüenzas, asesinos y
demás delincuentes de la sociedad. Y que no trate de confundir
el señor Trillo, pues, sin duda alguna, la libertad es un valor
irrenunciable –valor que cual nunca ha compartido la secta a la
que él pertenece-, pero conviene que nadie nos confunda. Una
cosa es la libertad de pensamiento, de cátedra y de expresión, y
otra cosa es la libertad para realizar actividades de pederastia
mental en contra de niños de seis años, tanto si se hace en
colegios públicos o privados como si se hace en las iglesias.
Sí. Es
conveniente que se realice una reforma de la Ley de Libertad
Religiosa. Una reforma que elimine la serie de privilegios que
tiene la Secta de la Jerarquía Católica, tanto de
adoctrinamiento como privilegios económicos como los que sigue
teniendo en la actualidad, a pesar de que representan una
injusticia. Pero, sobre todo, lo más conveniente es que se
aplique dicha ley y que España deje de ser de una vez una
sucursal del imperio económico de la mafia del Vaticano.
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Antonio García Ninet es Doctor en
Filosofía
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