El laicismo se va de procesión
Olivia Carballar / Ángel Munárriz
Público 26 de
Mayo de 2008
La fuerte presencia institucional
en el Corpus revela que la Iglesia y el Estado aún van de la mano
Quienes ayer por la mañana intentaron coger el tranvía en Sevilla no pudieron. Los vagones estaban ahí, pero no funcionaban. El Ejército, literalmente, acababa de invadir sus raíles. Los soldados comenzaron a desfilar como Dios manda, con sus armas y la bandera española a cuestas. Ordenados, veloces y con derecho a algún piropo entre paso y paso: “Guapa, my phone number is...”, gritó uno a una chica con un vaso de Sturbucks en una mano y una cámara de fotos en la otra. Los vagones, mientras tanto, seguían quietos. La invasión iba a más. Policías, representantes del Ayuntamiento, profesores de la Universidad, jueces, fiscales… Y todos ellos juntos, junto al clero y las hermandades, que custodiaban a Dios en el día culmen de la fe –o el colmo para los laicos–: el Corpus Christi.
Constitución aparte, ¿es coherente que el Ejército, en representación del Estado, ondee la bandera en actos litúrgicos? ¿Es coherente que los ayuntamientos paguen con el dinero de creyentes y no creyentes los ornamentos para los balcones? ¿Es coherente que la Iglesia, azote de leyes socialistas, confíe en alcaldes como el de Sevilla –socialista también– para sus fiestas sagradas? ¿Es coherente que el alcalde asista en representación de la ciudad? Constitución aparte, muy coherente no es. Con la Constitución en la mano, tampoco: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal” (art.16.3).