Impuesto liberticida
Diego Más
UCR 13 de Junio de
2008
Para
los que somos amantes de la libertad, los verdaderos liberales, nada
hay más odioso que lo “impuesto”. En una sociedad democrática no
existiría ese término para referirse a las necesarias contribuciones
a la convivencia, que cualquier persona normal debería abonar con
satisfacción y orgullo, como ya se hacía en las sociedades
“primitivas”. No habría “impuestos”, porque “toda contribución no
votada es tiranía”.
Especialmente triste ejemplo de ello es el “impuesto religioso”. Al
revés que en Alemania y otros países serios, donde el católico añade
realmente de su bolsillo esa cantidad al declarar, en España esa
pretendida contribución voluntaria esconde -sólo para los incultos o
cómplices, es verdad- una odiosa tiranía liberticida, no sólo contra
la economía, sino también contra la conciencia de tres de cada
cuatro contribuyentes, esa inmensa mayoría que -por ser cristianos
de verdad y no querer contribuir a ese engaño, o por ser de otra
ideología- nos negamos a poner esa cruz en nuestra declaración.
Porque el que pone esa cruz, como no da ni un céntimo más que los
demás en su declaración, crea un agujero en la recaudación que
debemos cubrir entre todos, obligándonos a todos a pagar ese dinero
al clero.
En esta aún demasiado diferente e injusta España se sigue
practicando la perversa tradición de tener aún de hecho, si no de
derecho, una religión de Estado, impuesta, que se remonta a los
Reyes Católicos, a Recadero e incluso a Constantino pero que, desde
luego, es lo más opuesto a lo que predicó Jesús; y toda religión
digna de ese nombre es lo más contrario a cualquier tipo de
“impuesto”.