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La decepción de Einstein

El País 16 de mayo de 2008

Nada es lo bastante grotesco e increíble como para que el ser humano medio no lo crea", escribió en 1906 con acerba lucidez Mark Twain en su corrosivo panfleto Reflexiones sobre la religión, en el que, para escándalo de puritanos y púlpitos diversos, señalaba las trivialidades, sinsentidos y crueldades de la Biblia. Cuarenta y ocho años después, Albert Einstein precisaba, en carta que se acaba de conocer, su decepción intelectual sobre la religión y la Biblia en parecidos términos. "La palabra Dios para mí no es más que la expresión y el producto de la debilidad humana; la Biblia es una colección honorable, pero primitiva, de leyendas bastante infantiles". Twain y Einstein coincidieron en su denuncia de los banales fundamentos de la religión, aunque sus actitudes públicas fueron bien diferentes. Mientras que el creador de Tom Sawyer y Huckleberry Finn combatió públicamente la religión como una superstición dañina, Einstein mantuvo una tibia distancia hacia la creencia en un ser superior. Incluso empleó parábolas religiosas para simplificar fórmulas complejas: "Dios no juega a los dados en el universo" es su concesión más famosa y elegante a la religión.

 

Pero en su carta al filósofo Eric Gutkind, el formulador de las teorías general y especial de la relatividad anticipa el descubrimiento de esa farsa peligrosa, hoy tan común, de quienes esgrimen sus creencias para reclamar superioridad sobre el resto de los mortales. "Encuentro doloroso", dice Einstein a

Gutkind, "que reclame usted una posición de privilegio y trate de defenderla con dos muros de orgullo, uno externo como hombre y otro interno como judío".

 

Einstein no tenía un carácter tan vitriólico como Twain, por lo que cabe entender sus apreciaciones sobre la religión como la decepción personal y profunda de un hombre que por aquella época intentaba sintetizar las leyes del universo. A la vista del mundo que le tocó vivir y ahormar, sorprende que no exhibiera un escepticismo más amargo. Twain se lo habría contado así: "En cuestión de religiones, siempre progresamos hacia atrás".

 

 

 

 

 

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