Comunicado de Granada Laica sobre la la
presencia de símbolos religiosos en ceremonias oficiales
Rafael Gallego
Granada Laica 29 de Mayo de
2008
Parafraseando al político laborista israelí se puede decir que "El PSOE no
desperdicia ninguna ocasión para perder una buena oportunidad". La última
oportunidad perdida ha sido el voto del grupo socialista en el Congreso
contra la proposición de Izquierda Unida para impedir la presencia de
símbolos religiosos en los actos públicos de toma de posesión de
funcionarios y todo tipo de cargos de la administración local, autonómica
y estatal.
Los argumentos del diputado Jáuregui, miembro de la facción "Cristianos
Socialistas" dentro del PSOE, son de una indigencia sonrojante. Afirma que
en el decreto actual que regula estos actos "no hay la más mínima
expresión de confesionalidad", y sin embargo reconoce que se sigue
empleando un protocolo confesional en la mayoría de las ocasiones: ¿se
está entonces incumpliendo la ley?, ¿se está afirmando por el contrario
que es constitucional emplear crucifijos, vírgenes, biblias, coranes,
santos, iconos, cálices, marcas comerciales, o cualesquiera otros símbolos
o libros que al encargado del protocolo se le ocurran?
Afirma también este diputado socialcristiano que "Nadie puede prohibir por
una ley el Corpus Christi, ni la Semana Santa, ni las celebraciones que
hay en la mayor parte de España el 15 de agosto". Evidentemente nadie
puede prohibirlas, ni siquiera el Papa, como bien saben los católicos
sevillanos, toledanos y granadinos que siguen celebrando la primera de
estas fiestas en jueves, o los católicos cordobeses que celebran su San
Rafael el 24 de octubre.
Es ofensivo comparar esa prohibición absurda con la de Izquierda Unida de
regular actos civiles que nada tienen que ver, ni deberían tener que ver,
con lo religioso. Con ello este diputado no hace más que reproducir los
infundios de los clericales y catolicistas.
La estrategia del PSOE respecto al avance en la laicidad del Estado
consiste hasta la fecha en presumir de un laicismo reformador, enojando a
clericales y catolicistas, y por otro lado incrementar los privilegios de
la jerarquía católica que además pretende extender a las artificiales
jerarquías de otras confesiones. Es un mérito sin parangón ofender a
quienes se benefician de los privilegios y a quienes los combatimos.
A la vista de esta trayectoria mucho nos tememos que la prometida reforma
de la Ley de Libertad Religiosa del actual gobierno, pueda regular que el
Jefe del Estado nombre a los obispos católicos de una terna propuesta por
la Santa Sede.