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No consiento que se hable mal de Franco en mi presencia. Juan Carlos «El Rey» |
Las (verdaderas) razones de
la Iglesia
Andrés Villena Oliver El Plural 22 de Diciembre de 2007
Conviene analizar el comportamiento que ciertos portavoces de la
Iglesia católica vienen protagonizando desde hace algunos meses e
incluso años desde un punto de vista distinto al abordado
últimamente. Porque no solo se les puede intuir una motivación
electoralista: echar al PSOE a toda costa del Gobierno. Hay, sin
embargo, otra razón más perentoria aún: la Iglesia católica está
atravesando una grave crisis, quizá terminal si algo no lo
remedia.
Portadora de
gran parte del poder a lo largo de siglos –con la religión como
forma de sumisión de las conciencias y protectora de las formas de
dominación-, la Iglesia ha ido perdiendo progresivamente sus
privilegios hasta que, superada por fin la Santa Cruzada (y lo que
vino después), el clero católico se ve en una difícil encrucijada.
Desbordada por una globalización a la que no consigue adaptarse, la Iglesia católica ve perder rápidamente el control de las conciencias que antaño poseyera. Los fieles que antes calmaban su inseguridad y ansiedad en las parroquias y templos se manifiestan ahora de modo similar mediante otros ritos: centros comerciales, televisión, nevera, microondas, automóvil… Una industria de la consolación que está barriendo sin piedad aquellos credos que se han negado desde un principio a ceder su preciado monopolio. Y es que la Iglesia, lejos de evolucionar, se mantiene en una ridícula posición victimista: se trata del grito del antiguo privilegiado que, viendo disminuir sus propiedades, se enroca en posiciones a largo plazo autodestructivas. Se hace duro ver cómo estos funcionarios de la fe se lamentan por la pérdida de un imperio que no volverá en mucho tiempo. El capitalismo no tiene piedad: la mano invisible es espontánea y por ello puede llevarse por delante a quien haga falta. A nuestras iglesias les quedan ya pocos días de gloria.
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