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Teología y Ciencia

 

Antonio García Ninet  *

 

Según la opinión de las altas jerarquías de la Iglesia Católica, la Teología es una Ciencia. Se trata de una alegre afirmación dogmática que sólo se entiende a partir del desconocimiento de qué es la Ciencia o del interés por subirse al carro de la Ciencia tratando de aprovechar su valor, demostrado por la revolución tecnológica de los últimos siglos, y presentando la Teología como una ciencia igual o más consistente que las otras.

 

Sin embargo, la Teología está en las antípodas de la Ciencia, primero, porque, además de basarse en doctrinas de fe, que, por definición, son indemostrables, no puede contrastar sus afirmaciones mediante experiencia alguna, tal como debe hacer cualquier Ciencia, y, segundo, porque muchas de sus doctrinas son contradictorias.

 

Estos señores pretenden salvar las “verdades de fe” concediéndoles un carácter suprarracional, lo cual les lleva a prejuzgar que haya verdades de las que no se sepa por qué lo son, pasando por alto que todo conocimiento debe llevar consigo, de modo implícito o explícito, su propia justificación, por lo que nunca podrá decirse de modo sensato que cierta proposición sea verdad afirmando al mismo tiempo que se trata de una verdad suprarracional o, lo que es lo mismo, que no se sabe por qué es verdad.

 

Por otra parte, esta cuestión puede abordarse mejor desde la clarificación del sentido de los términos “Ciencia” y “Teología”:

 

La Ciencia representa una aproximación progresiva al conocimiento de la realidad, lograda mediante la aplicación de nuestras facultades cognoscitivas a la experiencia –y, de un modo más sofisticado, mediante la ayuda del método experimental-, y está constituida por un conjunto de proposiciones cuyo valor puede ser contrastado por dicha experiencia -o por la razón en el caso de las ciencias puras-.

 

Por su parte, la Teología es el conjunto de doctrinas que los “teólogos” presentan como “conocimiento racional de Dios”. A fin de saber si dicho conocimiento es posible, conviene aclarar qué se entiende por “Dios” y si puede demostrarse la existencia de un ser que se corresponda con tal concepto:

 

1) Con el término “Dios” el cristianismo se refiere a un ser que reuniría, confundidas en su esencia, todas las cualidades positivas que pudieran pensarse. Tomás de Aquino lo entiende como el ser subsistente o el ser que es de modo absoluto, y a este ser le atribuye cualidades como las de la perfección, la eternidad, la inmaterialidad, la omnipotencia, la omnisciencia, la bondad, el amor y la misericordia infinitas, la providencia y el ser fundamento y creador de todo.

 

2) Sólo si pudiera demostrarse la existencia de un ser que respondiera a estas características, la Teología sería una Ciencia. Pero tal demostración es imposible porque:

 

a) la Teología, como juego de la razón en el vacío, sin un material empírico al que aplicarse, es –como ya señaló Kant- incapaz de avanzar un solo paso en el conocimiento;

 

b) el mismo concepto de Dios es confuso o contradictorio, ya que:

 

-La definición de Dios como ser subsistente carece de sentido, pues todo ser es ser o existencia de algo, y no ser del ser ni existencia de la existencia: Hablar de “el ser que es” tiene tanto sentido como hablar de “el movimiento que se mueve”. Es confuso también porque decir que Dios es inmaterial es dar una definición negativa que nada significa, ya que hablar de lo que no es materia ni energía sin aclarar a qué nos referimos es utilizar expresiones vacías de significado.

 

-Pero además se trata de un concepto contradictorio porque hablar de Dios como un ser perfecto es hablar de un ser que de nada carece; pero quien de nada carece nada desea, y, quien nada desea, nada hace, y, por lo tanto, nada crea; por ello, los conceptos de perfección y creación son excluyentes. Es contradictorio también porque las cualidades de omnipotencia y amor y misericordia infinitas son incompatibles tanto con el sufrimiento como con el Infierno, al que, según los evangelios, la mayoría estaríamos predestinados, pues “muchos son los llamados y pocos los elegidos”; y vuelve a ser contradictorio porque la omnipotencia es igualmente incompatible con la libertad y con la responsabilidad humanas, ya que –como afirma Tomás de Aquino- la omnipotencia divina no sólo determina nuestras acciones, sino también nuestras mismas decisiones (Summa contra Gentes, III, c. 89 y 90).

 

Ante contradicciones tan evidentes, la Iglesia Católica se refugia de objeciones impertinentes mediante el recurso al “¡misterio!”, que quienes han sido previamente adoctrinados aceptan sumisos, humillando su racionalidad a pesar de que ese “¡misterio!” no es otra cosa que lo que en Lógica se llama contradicción.      

 

 

¿Es la Teología una Ciencia? Quizá tanto como cualquier otra mitología, o como la Quiromancia o la Cartomancia, pero no más.

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 *Antonio García Ninet es  Doctor en Filosofía                               

 

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