Correo  

Alameda, 5. 2º Izda. Madrid   28014 Teléfono:  91 420 13 88 Fax: 91 420 20 04     

 

Los ojos cerrados

Ricardo Vera

Diario de Córdoba 8 de Octubre de 2007

He defendido desde hace tiempo, con más o menos éxito, una visión laica de la educación en nuestro país. He sostenido que, desde mi punto de vista, es preferible una separación rígida de las esferas moral y educativa ya que la primera reside en el ámbito privado y la segunda es una responsabilidad colectiva, seguramente la más importante porque invertimos en el futuro de nuestro capital humano. Por eso la resolución que permite el uso del hiyab en la escuela no me parece una buena noticia.

La religión y sus elementos formales, sea cual sea la fe que se profese, merece todo mi respeto pero, es más, aunque por cualquier causa incluso visceral no lo mereciera, no tendría más remedio que respetar la voluntad de quienes tienen una fe y la siguen y reconocer su derecho a expresar su creencia sin ser molestados. Hasta ahí todo bien. Pero ahora llegamos a la escuela de todos: ese mundo debe ser neutro, desprovisto de tensiones religiosas y de formalidades externas que las coloquen en una fe concreta.

El Islam enseña entre otras cosas que la mujer debe cubrirse para evitar ser mirada. El amable hiyab, cuya autorización actual es vista parcialmente como un mecanismo de integración y de tolerancia favorable --que podría ser--, es hermano del desagradable burka y ambos son hijos de esa concepción moral concreta que sitúa a la mujer un escalón por debajo del hombre. Nuestra escuela pública, que se esfuerza en realizar planes de igualdad y educar en valores, no encuentra un aliado útil en la autorización de esta costumbre, del mismo modo que no lo hallaría en la autorización de elementos católicos, cristianos, judíos o de otra religión que pudieran tener un fundamento moral que chocara con un principio constitucional, y en todas existen. Si creemos en una escuela laica, debemos defender la laicidad frente a todos los prismas posibles del hecho religioso.

La fe es un valor moral privado con una dimensión pública. La escuela no es una parroquia, ni una sinagoga, ni una mezquita. Si soy invitado a una celebración religiosa respeto las normas que rigen esa comunidad, con independencia de mi participación como fiel con los ojos cerrados llegado el caso. La escuela que defiendo --de calidad, pública y laica-- tiene unas normas y transmite unos valores que deben ser respetados también con los ojos cerrados llegado el caso. La deseable neutralidad religiosa debemos predicarla de todas las confesiones. No nos vendría mal abrir los ojos para decidir bien sin los titubeos del parpadeo.

* Asesor jurídico

 

  Página de inicio 

 

 

Webstats4U - Web site estadísticas gratuito El contador para sitios web particulares