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“La Nueva Iglesia”  

Antonio García Ninet *

 

Desde hace algún tiempo, en una iglesia de Madrid se está formando lo que podría ser la semilla de una nueva forma de entender la misión de la iglesia, desvinculada del poder ilegítimo, del lujo y del boato de las jerarquías de la vieja Secta Católica con su sede central en el Palacio del Vaticano, y ligada a la tarea de estar junto a los pobres compartiendo con ellos sus problemas y tratando de ayudarles. Se trata de “una nueva forma”, aunque no debería serlo en cuanto al menos una parte esencial del cristianismo va unida a esta idea. A diferencia del funcionamiento de la jerarquía de la Secta Católica, convertida en el mayor negocio de los dos últimos milenios, la “Nueva Iglesia” podría representar un retorno a lo que fue una parte esencial del mensaje de Jesús y a la forma de vida de los primeros cristianos, basada en el amor y en la fraternidad, tal como lo narra Lucas en Hechos de los Apóstoles.

En estos momentos todavía no estamos en condiciones de ver el final del túnel, de saber si este movimiento de purificación doctrinal llevada a la práctica triunfará, pero, en cualquier caso, hay que felicitar a quienes hasta este momento han tenido la valentía de enfrentarse a las jerarquías de la Secta Católica, que a lo largo de los siglos han utilizado la religión como un medio de satisfacer sus patológicas ambiciones de poder, en lugar de entenderla como un medio de fomentar la solidaridad entre los hombres.

Las jerarquías de la Secta Católica de Roma hace ya mucho tiempo que dejaron de asumir la misión de guiar a su agrupación como si fuera una auténtica comunidad de hermanos, viendo al hombre como un ser sagrado para el hombre. Las jerarquías de la Secta Católica convirtieron su asociación en una cueva de ladrones, que sin escrúpulos de ningún tipo exhibían y exhiben sus riquezas de forma impúdica e insolente en lugar de preocuparse realmente de cumplir con lo que predican. A fin de conseguir sus objetivos de poder, las jerarquías de la Secta Católica cometieron los crímenes más horrendos mediante su “Santa Inquisición” y sus “santas cruzadas” contra los infieles, mediante sus guerras contra los musulmanes con “Santiago Matamoros” a la cabeza y mediante su “cruzada nacional” en pleno siglo XX, en la que enalteció a quien se levantó contra la legalidad republicana, poniéndose a su lado para saludar con el brazo en alto al estilo fascista, y mediante su “evangelización” de América, donde masacró a sus habitantes autóctonos por el delito de no convertirse, olvidando que su auténtica misión era la de la ayuda a los pobres y la denuncia constante contra el hambre, la miseria, las enfermedades  y la muerte que, como siniestro contrapunto, acompañan a nuestro opulento mundo.

Ya en el siglo XVI, habiendo constatado que las jerarquías de la Secta Católica se había alejado de aquel ideal cristiano de fraternidad y escandalizado por el lujo faraónico en que vivían papas, obispos y cardenales, Lutero se rebeló contra aquella traición al mensaje de Jesús y trató de reformarla para conseguir que fuera digna de quien decían ser seguidores sin ser otra cosa que simples traidores.  

Por ello no se debe decir que sea la Nueva Iglesia de Madrid la que se haya separado de la Secta Católica sino que, por el contrario, ha sido la jerarquía de la Secta Católica la que desde hace ya muchos siglos se separó del cumplimiento de la misión que parecía guiarla en sus primeros años, misión que quedó estrangulada por la ambición que la condujo hacia otros objetivos “demasiado humanos”.

Jesús defendió la doctrina del amor universal a todos los hombres y, mientras la jerarquía de la Secta Católica se ha dedicado a engrandecerse política y económicamente, a costa de mentiras y de muertes, la Nueva Iglesia de Madrid trata de cumplir con la doctrina de Jesús considerando sin discriminación a todos los hombres como hermanos, tanto si son drogadictos como expresidiarios o marginados sociales.

Efectivamente, tal y como puede saber cualquiera que haya leído o escuchado los evangelios -que se leen incluso en las templos de la Secta Católica-, Jesús predicó en favor de los pobres y desaprobó por completo la actitud de quienes iban tras las riquezas poniendo en ella su corazón y sus máximas ambiciones. Por ese motivo advirtió de que era más difícil que un rico entrase en el reino de los cielos que un camello pasase por el ojo de una aguja. Jesús expulsó del templo a quienes lo habían convertido en cueva de ladrones, pero de manera insultante y vergonzosa las jerarquías, que llevan el negocio guiados sólo por sus antojos de poder, con insolencia y cinismo se burlan de lo que predican, engrandecen sus palacios y se alían con cualquier déspota que les permita engrandecer su poder.     

El señor Cañizares, jerarca de la Secta católica, ha criticado las celebraciones de la Nueva Iglesia de Madrid atreviéndose a decir que no son “eclesiales”, cuando en realidad es el comportamiento de las jerarquías de la Secta Católica lo que para nada es “eclesial”, al haber olvidado que el ideal de comunidad cristiana no era el de la separación entre la casta de los jerarcas, situada en un lugar orgullosamente privilegiado en cuanto a su poder y a sus riquezas, y una casta de sumisos creyentes en la miseria sumidos, sino el de una agrupación que viviese fraternalmente y enseñase a vivir de ese modo a los demás.

Leonardo Boff, teólogo de la liberación, ha asistido a una celebración de esta nueva asamblea de cristianos animando a esos curas valientes a seguir la doctrina de Jesús en contra de las injusticias. Pero eso a la Jerarquía de la Secta Católica no le interesa porque su negocio se mantiene gracias a su complicidad con el mundo capitalista y con los gobiernos que ceden a su constante chantaje.

Por todo ello, quisiera animar a los curas sencillos, a quienes viven de verdad el Evangelio, que dejen de servir a los intereses del Vaticano y de todas sus jerarquías y que se unan con valentía a estos otros sacerdotes que en Madrid siguen su lucha por una sociedad más justa y solidaria. Y por ello también quiero manifestar mi simpatía con la decisión del ex ministro José Bono de asistir a esa celebración por cuanto el verdadero cristianismo no se encuentra en la derecha capitalista sino en la izquierda, socialista o comunista.

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* Doctor en Filosofía y en Ciencias de la Educación

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