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Las milongas de Blázquez
 

Javier Ortíz

javierortiz.net 24 de Noviembre de 2007


 

El día que sienta deseos de polemizar con monseñor Blázquez, prometo que os lo confesaré con toda franqueza. Pero no es el caso. Sus declaraciones sobre la Guerra Civil española, el papel de la Iglesia Católica entre 1931 y 1976 y demás asuntos conexos no me han producido ni frío ni calor. Cada cual trata de salir de sus embrollos como puede y como le dejan. ¿Qué se puede esperar del presidente de la Conferencia Episcopal celtibérica, por muy pastelero que sea? Pues algo así, como mucho.

Lo que me ha enfurecido es que una cierta izquierda española (¿o será eso toda la izquierda española, y yo sigo sin enterarme?) cante albricias, lloré de emoción y celebre que por fin un representante de la Iglesia Católica haya pedido perdón por lo que sus majestades sotánicas hicieron no ya durante la Guerra Civil –tela-, sino también cuando terminó la Guerra y ya no había dos bandos, sino una sola banda, que era la de los suyos: ésos que alzaban el brazo haciendo el saludo romano y cantaban el Cara el Sol, mayormente porque ellos no estaban a la sombra, como los otros.

¿De dónde se ha sacado nuestra progresía que Blázquez ha pedido perdón? El presidente del episcopado local ha enunciado un puñado de consideraciones melifluas (en plan digo y no digo, sugiero y me callo) que cada cual es muy libre de interpretar como le salga: valen lo mismo para un roto que para un descosido. Pero pedir perdón, lo que se dice pedir perdón, no le ha pedido perdón a nadie, y menos en nombre de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

¿Qué clase de izquierda es ésta nuestra de ahora, que se conforma con que los cómplices de decenas de miles de asesinatos se salgan por peteneras, diciendo cosas como que “todos hicimos cosas feas”, y así?

Ayer circulé por una carretera guipuzcoana allanada con los trabajos forzados de presos republicanos. Muchos dejaron allí su vida.

Que les pidan perdón a ellos y a sus deudos. Directamente.

El resto son milongas.

 

 

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