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Federico, la Iglesia, los obispos y el IRPF

Blog 14 de Abril 16 de Junio de 2007

La Iglesia, perdón la jerarquía eclesiástica, lo ha dicho todo; es decir, no ha dicho ni hecho nada para desvincularse de las diatribas de su locutor estrella. Cuando mantienen una actitud comprensiva con el agitador de las mañanas, no debieran molestarse porque algunos, en el momento de presentar la Declaración de la Renta, nos acordemos de quien interpretar el papel de agitador y embaucador para mayor gloria de la Conferencia Episcopal, y que este recuerdo, entre otras razones, nos induzca a no marcar su casilla al presentar la declaración del IRPF. No es que tenga mucho que decir el predicador radiofónico, en realidad viene a cantar la misma liturgia aunque a lo bestia y sin la verborrea de quienes se escudan en supuestos mensajes píos y bien intencionados. Sin embargo este locutor dicharachero, tiene la habilidad para que todos nos fijemos en él olvidando a sus padrinos..

En este blog, tal vez equivocadamente, no es costumbre escribir sobre el personaje; con mayor frecuencia se divaga sobre sus protectores ya que éstos tienden a ocultarse tras la honorabilidad de sus cargos y la dignidad de la libertad de expresión, para bendecir las diatribas apocalípticas del tal FJL. Se supone que actúan de esta manera porque les garantiza unos suculentos ingresos publicitarios y la Iglesia ya se sabe que nunca ha sido pacata a la hora de recoger beneficios.

Particularmente contemplo a Federico Jiménez Losantos como ese muñequito, de movimiento reiterativo y bobalicón, adherido con una ventosa al cristal trasero de un coche cualquiera y en el que todos ponemos nuestros ojos por muy hortera e insustancial que nos parezca. Por ello este escrito no es contra FJL sino contra la jerarquía que le mantiene. Sirve también para recordar, ahora que estamos en periodo de presentación de la declaración de la renta, que esa Iglesia Católica que demanda sustento, es la misma que bendice los sermones del predicador matutino. Manuel Rico recoge en su PI, de donde copio la imagen que excepcionalmente ilustra el post, que no todos en la cúpula episcopal comparten que el voceador de insultos y difamaciones utilice un medio de comunicación de la Iglesia Católica para lanzar sus consignas. Si eso es así, que alguien se exprese en contra de estos mensajes carece de significado mientras que el conjunto del obispado le mantenga el apoyo valorando más los ingresos económicos, que dicen genera el susodicho, que la intención de hacer llegar el mensaje cristiano a la sociedad. Supongo que alguien en la Conferencia Episcopal se preguntará, en voz alta o más probablemente en voz baja, por el ejemplo que este vocero ofrece a los futuros comunicadores cristianos, incluso alguien podría preguntarse por el testimonio, coherencia entre la fe y la profesión, que este personaje ofrece todos los días. Alguien podría preguntarse por estas cosas, pero todos sabemos de valor bíblico de los platos de lentejas.

Por mi parte, ya que no comulgo con el cristianismo y mucho menos con el catolicismo y que, en cualquier caso, considero que la Iglesia Católica, como todos los credos, deberían autofinanciarse, no les daré ni un céntimo más de los que ya le entrega el Estado.

No quiero contribuir a mantener ninguna institución eclesiástica y, de paso, aprovecho la ocasión para mostrar, una vez más, mi rechazo a que el Estado ejerza de recaudador de impuestos para cualquier grupo religioso.

 

 

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