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La estética de la santidad

La beatificación de medio millar de mártires tiene por objeto recordar los 'males' del laicismo en España

 

Reyes  Mate*

El Periódico 24 de Octubre de 2007

La beatificación de 498 curas y monjas asesinados antes y durante la guerra civil no es, como se ha dicho, la ficha que mueve la Iglesia española para contrarrestar los efectos de la ley de la memoria histórica. La verdad es más bien la contraria: esta ley ha dinamitado los beneficios que la Iglesia esperaba de una beatificación en masa. Es público y notorio que la Iglesia católica no encuentra su sitio en la democracia y que la jerarquía se siente amenazada desde dentro, porque los suyos no la siguen en asuntos de moral y buenas costumbres, y desde fuera, porque la rápida secularización de la sociedad española ha disuelto el capital acumulado por esta institución durante el franquismo. Hemos pasado del Franco bajo palio a que el Corpus Christi sea día laborable.

 TOÑO VEGA

TOÑO VEGA

Los representantes de un imperio venido a menos no aceptan que los cristianos son de hecho una minoría y por eso su peso social es cada vez menor. ¿Por qué no pensar que la beatificación en masa de religiosos martirizados en torno a la guerra civil --la Iglesia calcula unos 10.000-- podría cambiar la situación?

EL OBJETIVO de la beatificación de medio millar de mártires es servir de "estímulo para la renovación cristiana", es decir, debía servir para afianzar sus propuestas doctrinales en un mundo cada vez más laico y para reforzar la autoridad moral de la Iglesia entre los suyos, diciéndoles cómo, obedeciéndoles, se pueden lograr cotas de excelencia en el vivir humano. Las figuras ejemplares estaban bien escogidas pues remitían al laicismo de una República a la que se quiere emparentar con la democracia actual que tantos quebraderos de cabeza proporciona. Una señal de aviso de a dónde podemos llegar si nos resignamos a que la Iglesia pierda el peso que tuvo cuando se venció a ese laicismo, es decir, durante el franquismo. A la chita callando, los jerarcas de la Iglesia española hacían su lectura del pasado.


Con lo que no contaban era con el estallido de la memoria histórica que ha traído consigo la tramitación de esta ley. Todos queremos recordar también lo que hizo la Iglesia católica. Esta actualización generalizada del pasado se ve obligada entonces a preguntarse por qué la Iglesia tiene tanto empeño en honrar solo a esos asesinados y no a otros, también curas y monjas. Monseñor Cañizares no niega que los hubiera, pero señala que no fueron mártires "porque el motivo que les condujo a la muerte no fue el odio contra la fe". Es decir, Jeroni Alomar, cura mallorquín, a quien mataron los cristianos franquistas por ayudar samaritanamente a algunos republicanos, no es mártir, y sí lo hubiera sido de haber sido fusilado por los rojos mientras salvaba a gentes de derecha.


Ahí hay algo que no cuadra. Según la doctrina del Primado de las Españas, lo que explica que no haya un solo beato del bando republicano es que no se les mató "por odio contra su fe", sino por razones políticas. Ahora bien, si lo importante es la motivación habría que dirigirse a los asesinos y preguntarles por qué lo hicieron: ¿mataron a los 498 mártires por odio a su fe o porque veían en ellos a representantes de una Iglesia enfrentada a los proyectos educativos, económicos y políticos de la República? Llama la atención que la mayoría de ellos fueron asesinados entre julio y diciembre de 1936, es decir, a raíz de la declaración del golpe militar como guerra santa o cruzada. Los nuevos beatos fueron seres humanos inocentes vilmente asesinados, pero el motivo que guió a sus asesinos no fue el puro "odio contra la fe" sino la implicación política de la Iglesia.


No podemos pasar por alto el hecho de que sea un Papa alemán quien les eleve a los altares. En la Alemania hitleriana también las iglesias estuvieron del lado del fascismo y en contra de los valores republicanos, pero a nadie en Alemania se le ocurriría hoy beatificar a alguno de ellos, aunque hubiera muerto "por odio contra su fe", si no estuvo claramente situado contra el fascismo. A los que se honra es a los que murieron luchando contra el hitlerismo: tal el caso del teólogo protestante Dietrich Bonhöffer, ahorcado por formar parte de la conjura contra Hitler; del cardenal de Múnster August Galen, que se enfrentó a la selección genética nazi; de Edith Stein, la filósofa que murió en Auschwitz por ser judía y ahora es santa, o de Maximilian Kolbe, que se ofreció voluntario en Auschwitz para morir en lugar de un padre de familia.


El horror que supuso el fascismo obliga a una estética de la santidad que no se ha respetado en este caso. ¿Qué pensará este Papa alemán al tener que declarar modelo de vida a gente buena pero directa o indirectamente implicados en una política filofascista que provocó un crimen contra la humanidad?

LA BEATIFICACIÓN es un despropósito que va a agravar los males que tiene la Iglesia española. Sabemos que le cuesta entender las reglas de juego de la democracia y prueba de ello es la guerra declarada a la asignatura de Educación para la Ciudadanía. También es conocido que no es capaz de reconocer su responsabilidad en el episodio más doloroso de la historia española del siglo XX. Ahora da un paso más y declara que el espíritu evangélico de los suyos era bueno si venía envuelto en la enseña nacional y malo si en la republicana. ¿Adónde quiere llegar?
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*Filósofo e investigador del CSIC

 

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