Educación para la democracia
Vicente A. López Pascual
ÍzaroNews
12 de septiembre e 2007
Una sociedad puede tener
todos los derechos civiles y políticos imaginables,
participar en el Gobiernos mediante la elección de
sus representantes; pero a menos que los ciudadanos
tengan la suficiente educación para comprender estos
derechos, su voto puede convertirse en algo muy
peligroso para la democracia. Y este riesgo a lo
largo de la historia suele siempre aparecer en
situaciones de crisis cuando los demagogos y los
vendedores de panaceas ofrecen beneficios materiales
rápidos, propagando la impotencia de la sociedad
democrática.
El Gobierno de España ha
decidido que en los colegios públicos y privados se
imparta la asignatura Educación para la Democracia,
conforme a lo que ya se viene haciendo en la mayoría
de los países del espacio europeo. Se trata de
educar para ser ciudadanos. Posiblemente esa
educación no creará el hombre perfecto, libre de
neurosis y de contradicciones interiores, pero puede
promocionar un hombre internamente más independiente
y libre capaz de actuar como ciudadano.
Desde algunos sectores de
la Iglesia Católica y de la derecha se han alzado
ruidosas voces en contra del proyecto educativo del
Gobierno. Significativamente órdenes religiosas como
los marianistas y los salesianos, dedicadas desde
hace más de un siglo a la enseñanza de los
españoles, se han puesto del lado gubernamental, lo
que indica que la asignatura no tiene el tinte
anticatólico (ellos dicen que incluso masónico) que
la derecha religiosa airea.
Los detractores de la
asignatura dicen, por un lado, que la asignatura es
pura doctrina socialista y, por otro, que está
impregnada de liberalismo, cuando en realidad ambas
concepciones no son “agua y fuego”, sino magnitudes
perfectamente conciliables a partir de sus esfuerzos
originales en torno al hombre.
Cualquiera que haya repasado el contenido de la
asignatura entenderá a simple vista que no es otra
cosa que promover entre los ciudadanos, desde sus
años escolares, los principios y valores que han
hecho posible la construcción de la sociedad libre
desde la Revolución Francesa. Una sociedad que, si
bien no es perfecta, ha sido capaz
de mantener una relación equilibrada entre la
libertad, la igualdad y el crecimiento, las tres
líneas maestras, que en una sociedad óptima, deberán
formar un triángulo lo más equilátero posible. |