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Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Álvaro Linares / Yo me tiro al monte   
Domingo, 07 de Agosto de 2011 06:09

Recuerde: Lo que no se va en impuestos se irá en sobornos. (El Roto)Hágase alcalde de una pequeña ciudad. Hable con el banquero del lugar, y dígale: "vamos a dejar pasta a todos estos, mucha. Tanta, que no la podrán devolver". Entonces visite al notario, al registrador de la propiedad y al juez, y asegúrese de que las leyes no van a ser un impedimento.

 

Coloque anuncios por todas partes, hasta convencer a la gente de que sin una hipoteca no se es nadie, que alquilar es tirar el dinero, y que hablar de servicios públicos es cosa de rojos y gente de mal vivir. Asocie la institución familiar con el euro, los dos coches, el adosado y el colegio concertado. Para todo eso contará con la radio y el periódico de la región.

Entonces, al mismo tiempo que van prestando dinero a un interés inasumible, usted también se lo pide al banquero, para el ayuntamiento; aunque le deje mucho, sólo llegará para cambiar dos aceras y abandonar una pista de fútbol 7 a medio construir. Pero su casa, que es lo que importa, ya cuenta con ocho habitaciones, cuatro baños y tres plazas de garaje.

Los habitantes del pueblo no dicen nada, porque están disfrutando de una casa donde habitar; aunque sea un derecho fundamental, su trabajo les está costando. Ustedes, es decir, el alcalde, el banquero, el registrador, el juez y el notario, van acumulando cada vez más dinero, porque el euribor sube y los intereses que se pagan unos a otros hacen lo mismo: comienzan a meter los billetes de 500€ debajo de la cama.

Un buen día, la espiral de interés encuentra un vacío: algunos ciudadanos tienen verdaderos problemas para llegar a fin de mes, por lo que dejan de pagar, o lo hacen con retraso. La situación empeora, y ese vacío (que está debajo de su cama), lo traslada usted al ayuntamiento: "no tenemos dinero". Llámelo crisis y anuncie, junto a sus cuatro amigos, que no queda más remedio que recortar. Les dice a los lugareños que, aunque estén pasándolo mal, deben empezar a pagar un poquito por el médico, el agua, y que subirán la luz, el gas y el transporte.

De esta forma seguirán acumulando dinero. Pero surge otro vacío en el banco, debido a la morosidad, y ahora es el ayuntamiento el que debe ingresar billetes en la caja. ¿Pero cómo hacerlo, si no hay pasta? Sin problema: privatizando, que es gerundio. Su amigo el banquero le compra el ambulatorio y los autobuses. Dirán que es un rescate... Ahora los contribuyentes deben pagar mucho más y no tienen a quien reclamar, porque el juez autoriza todas las operaciones y el notario y el registrador están de vacaciones en Bora- Bora.

Poco a poco, desde el banco se van haciendo con el colegio, la panadería, la policía, los parques, y usted asegura que es necesario privatizar también el agua, y que la utilización de los espacios comunes deberá hacerse con sumo cuidado porque multará al que grite, corra, beba una lata de cerveza o se quite la camiseta.

La gestión de todos esos recursos, que ahora les pertenecen, dependerá de sus ediles. Estos tienen a su vez un porcentaje de cada propiedad, para asegurarse que están contentos y apoyarán futuras privatizaciones. En el tinglado están las personas fundamentales de los tres partidos políticos. Los demás no importan, porque van rotando y votan lo que se les diga. Usted y sus amigos tienen puestos y sueldos vitalicios, gracias al juez y al notario. La pequeña red ya funciona como una máquina engrasada para el banquero.

Con las mismas, coloca dos barreras a la entrada y la salida del pueblo, donde la policía cobrará por subirlas, y en la montaña, una verja que impida el acceso al camino, aquella senda centenaria por donde paseó su tatarabuelo, y el tatarabuelo de este. "Si quieren andar, que paguen. Nuevos impuestos, que hay crisis".

Y si alguien levanta la voz, pues se le etiqueta: perroflauta, comunista, extrema izquierda, pobre, sucio, pordiosero, vago, pedigüeño, moroso, inútil... Con esto, todos los ciudadanos de bien, o sea, los que agachan la cabeza y les mantienen, se sentirán a salvo y orgullosos de pagar puntualmente todos los recibos.

Ahora, el banquero está contento. Usted y sus amigos disfrutan de sus Mercedes, sus piscinas climatizadas en la mansión, sus tarjetas de crédito a cuenta de los impuestos, esos viajes a Madrid para ver torear a José Tomás y rematar la faena con una mariscada en el Portobello... Y es que no hay nada como un domingo de arte y gastronomía para celebrar un negocio redondo.

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Fuente: http://yometiroalmonte.blogspot.com/