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Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez/UCR   
Jueves, 25 de Julio de 2019 04:51

Empiezo a escribir este texto a las 20.30, hora de Canarias, del 24 de julio, desde lo que calificaría un estado personal de expectación decrépita.

En esta política espectacular (por espectáculo), convertida casi en el mítico y vertiginoso Carrusel Deportivo de las viejas tardes de domingo la tensión es máxima. ¿Habrá gobierno de coalición? Yo desde luego no voy a mojarme. El partido, según nos cuentan redes y medios, está inciertísimo. Cada minuto nace, para Unidas Podemos, un ministerio y muere otro. Por supuesto, ministerios que no son “de estado”. No se hizo, sin ánimo de ofender, la boca del cerdo (hipotéticamente antisistema) para los manjares de la “alta política”.

Para Unidas Podemos ministerios querubines, con poco presupuesto y toneladas de ternura. Los comunistas, que trona, no exenta de razón la derecha, en el gobierno de la nación, pero con cuchillos de madera y lejos del bacalao. Aclaro mi pecado de darle la razón a la derecha en el calificativo “comunistas”. Pablo Iglesias, más allá de su aterrizaje en los mares del posibilismo después de que se diera cuenta de la petrificación (y no hago referencia al nombre de su contrincante) o fortificación de los cielos, es un hombre de formación comunista, aunque me crucifiquen los ortodoxos del siempre escindido comunismo verdadero. Igual me equivoco (creo que dentro de mi habitual subjetividad hoy tengo el subjetivo, no sé si el malo o el bueno, muy subido), pero sospecho que para ese hombre tiene que ser una tortura callarse un tanto por ciento elevadísimo de lo que piensa, todo lo que el acerbo marxista que lleva dentro le impulsa a expeler, cual dragón de su amado Juego de Tronos, boquita adentro porque si no se chamuscarían cientos de miles de papeletas. Él sabe, fruto de sus propios saberes marxistas, que nunca rozará esa aurora de dedos férreos que es el poder. Estoy convencido que incluso el bello Sánchez (permítaseme este guiño a un buen amigo y mejor escritor que me tortura, dialécticamente, con el bello Otegi) maneja un vehículo con escaso margen de maniobrabilidad.

Hoy vivimos bajo lo que percibo como el poder más absoluto que ha contemplado la humanidad. Ningún rey, ningún déspota, ningún rico, ningún imperio en los aproximadamente cinco milenios de historia que nos contemplan ha tenido el enorme poder que hoy tienen las grandes e intocables corporaciones multinacionales a las que podemos criticar en las redes lo que nos apetezca (¡viva la libertad de expresión!) pero que están totalmente fuera de nuestro alcance. Una noticia muy reciente: el gobierno de EEUU multará a Facebook con 5.000 millones de dólares. Alguien se alegrará. Estupendo. Pero a mí lo que me horroriza es la dimensión, el poder real que implica que puedas hacer frente sin despeinarte a esa ingente multa. Otro dato de hoy, que quizás pase desapercibido, al menos para los grandes medios: en su sociedad patrimonial Amancio Ortega acumula activos equivalentes al 2,6% del PIB del estado español. Hoy en día las multinacionales son bichos tan colosales que dejarían a los dinosaurios del tamaño de un mosquito.

¿Quién tiene poder ante esos monstruos? Por eso, quizás, mi expectación decrépita, ajada, vieja, sin expectación. Y así y todo, desde su conciencia de clase, dominante, por supuesto, tienen cierto temor. En este carrusel que se produce mientras escribo, salta la noticia de que, según Podemos (sé que la disputa por el relato, en caso de no acuerdo, también es básica), el PSOE les negó competencias en Trabajo porque resultan inquietantes para la CEOE. Están acostumbrados a dominar el campo de juego con tanta superioridad, que una formación resignada al cielo de piedra, que porta pretensiones humildes que hace 40 años asumía hasta la democracia cristiana europea, les resulta intolerable.

Acabo este pequeño desahogo, son las 23 horas. El partido tendrá, sospecho, un par de idas y vueltas más. Muchos huys y nervios, muchos nervios, con tertulianos sudorosos y pactómetros a punto de reventar.

Paradójicamente, siguiendo con el símil futbolístico, hace tanto tiempo que la clase trabajadora juega encerrada en su área…

 

Artículo también publicado en la página personal del autor: El Blog de José Juan Hdez