El Debate del Millón Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Gregorio Morán   
Domingo, 21 de Mayo de 2017 06:23

No se trataba de saber quién robó el primer millón de euros sino de acercarnos a un fenómeno que se ha convertido en una auténtica epidemia. ¿Somos el país más corrupto de Europa occidental? Este fue el debate que se abrió en Oviedo hace unos días. Y si lo somos, ¿por qué?

Es cierto que tenemos antecedentes sospechosos. Nuestra mejor literatura antigua es por excelencia la picaresca y gira en torno al dinero y a cómo conseguirlo de manera tortuosa. Incluso El Quijote puede interpretarse no solo como novela de aventuras, sino como un alegato contra la trampa y un homenaje a la honradez en tiempos demasiado inclinados al robo.

Para acercarnos a lo nuestro de ahora no hace falta echar mano del pasado, ni siquiera de Mendizábal o Cánovas del Castillo, ínclitos corruptores del Estado. Basta con echar mano al pasado siglo, al franquismo y a esa curiosa pamema que fue la denominada “transición a la democracia”.

Después de una guerra civil pavorosa y una posguerra tan larga y castigadora que parecía una variante, casi una continuación, del conflicto bélico, el país añoraba que esos cuarenta años dieran paso a un régimen de libertades. En el fondo se pensaba en algo parecido a una gran amnistía. Pero era tal la ansiedad para llegar a las libertades -e importaba muy poco de qué manera se conseguirían- que se otorgaba una amnistía para todos y también para todo.

 La libertad, entendida como un bien genérico y hasta virtuoso, concedía barra libre. Es cierto que no tenía el mismo sentido amnistiar a un preso político que a un estafador de altos vuelos, pero pelillos a la mar si lo importante consistía en que tras cuarenta años de dictadura, la sociedad se sintiera libre.

Recuerdo que fue el Rey Juan Carlos, máxima autoridad del Estado, el primer estafador con puño y firma, cuando se quedó con los fondos que había enviado el Sha de Persia a la Unión de Centro Democrático, para una supuesta lucha contra el comunismo en los ayuntamientos.

Los trapicheos suculentos de los intermediarios, de la banca, de los partidos políticos para financiarse, fueron incrementándose hasta límites que cuesta incluso imaginar. El desfalco al Estado y a la ciudadanía durante las últimas décadas por funcionarios públicos, banqueros, partidos, grupos de presión, líderes políticos locales y nacionales, esquilmaron el país. Esa fue nuestra gran crisis económica y no la que los reyes de la estafa quisieron hacernos creer.

No fue la habilidad de Mariano Rajoy la que consiguió que nuestra economía no fuera intervenida, por más que lo haya sido hasta el punto de exigir cambios en la Constitución por el procedimiento de la emergencia y la ocultación, lo que evitó la intervención total fue la garantía del robo y la impunidad después de tantos años. Se trataba de cómplices veteranos y como dice el refrán “entre bomberos no se pisan la manguera”. 

La pregunta del millón de euros es de fácil exposición y complicado enfoque. El fardo que ha dejado la corrupción sobre la vida española ha ido afectando a todos los ámbitos, y eso no se palía más que a partir de una rebelión civil, de cuyas posibilidades tengo muchas dudas. La estafa histórica y mediática ha calado demasiado en nuestro tejido social para evitar el optimismo.

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Fuente: Bez