Populismo: Partido Popular y Trump Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Javier Fisac Seco /UCR   
Domingo, 05 de Marzo de 2017 05:47

Hoy la palabra de moda es populismo. Todavía no he escuchado a ningún intelectual, periodista o analista del espíritu en puro estado de abstracción, que sepa lo que está diciendo cuando habla de populismo. No voy a empezar diciendo la obviedad, que la palabra populista la inventó la derecha clerical. Más precisamente el cura italiano Don Luigi Sturzo, fundador del Partido Popular, y de la expresión, la palabra popular/populista, como alternativa al comunismo, al socialismo y al liberalismo político. ¿Acaso las dictaduras militares católicas y de derechas en Hispanoamérica, África negra y Filipinas, no han sido dictaduras populistas? Esta posición ideológica debería darnos una idea de lo que estamos hablando.

Setenta años antes que Don Sturzo pusiera en marcha el populismo contra las libertades, otro católico, Luis Napoleón Bonaparte inventó el bonapartismo que, como muy rigurosamente analizó Marx en sus ensayos “La guerra civil en Francia” y “La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850”, era una forma de gobierno populista. Algo así como pretendieron ser, en el siglo XVIII, las monarquías ilustradas de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, y sin ilustración. O lo que es lo mismo sin formación intelectual y educativa.

Todas las dictaduras populistas impusieron y siguen imponiendo la doctrina cristiana. Luis Napoleón mediante la “ley Falloux”. Mussolini mediante el Concordato que imponía la doctrina cristiana en toda la Italia fascista. Franco, Salazar, Perón, Pinochet…etc., etc., etc. ¿No fueron populistas todas estas dictaduras? Evidentemente las monarquías ilustradas eran algo más. Eran ilustradas y jansenistas.

El populismo, como cualquier sistema político, se sustenta sobre una ideología. El partido Popular, por ejemplo, no tiene como referente la ideología liberal sino la católica. Pues la cita expresamente en sus estatutos. Por lo tanto, la primera definición que deberían hacer todos aquéllos y aquéllas que hablan de populismo es la calificación de ideología. Es una ideología. Qué tipo de ideología.

El populismo es una ideología alternativa a la democracia y a los comunistas, socialistas y liberales. Por sus orígenes cristianos es una ideología mística, interclasista, autoritaria y, en consecuencia, machista, antifeminista y homófoba.

Cualidades de las que Trump no carece, pero de las que tampoco carecen los papas y obispos, como se empeñan en recordarnos reiteradamente, en su condena pública y doctrinal del feminismo, de la igualdad de género, de la homosexualidad y de las libertades de expresión, imprenta, pensamiento, moral…que vienen condenado desde los tiempos del humanismo renacentista.

Las ideologías populistas existen como alternativa al Poder democrático. Y existen desde mucho antes de que el comunismo fuera una amenaza para las derechas y la Iglesia. Porque se engendraron como alternativa ideológica contra el liberalismo. Su expresión más radical y desesperada fueron el fascismo, el nazismo y las dictaduras militares de los años treinta. Y lo siguen siendo en la actualidad. Por lo tanto, no necesitan ser poder para existir. El problema empieza cuando conquistan el Poder.

Esta ideología, favorecida por la desaparición de la “Guerra Fría”, apunta desde las democracias contra los derechos individuales. Que siguen siendo su enemigo principal y común. En esta batalla Trump y la Iglesia católica tienen intereses comunes. Su objetivo es gobernar en el nombre del pueblo, pero sin el pueblo, conservando el mecanismo democrático de elección de los gobernantes, según el modelo calvinista, pero suprimiendo los derechos individuales, ideología de las democracias, por un individuo con deberes. Según los modelos del calvinista Rousseau, que rechazaba los derechos, y de Kant, discípulo de aquel, con su imperativo categórico. Las ideologías totalitarias o teocráticas nunca se sienten cómodas cuando los individuos tienen derechos.

Esta batalla contra las libertades, que está impulsando Trump en nombre del pueblo y de dios, ya la viene dando la Iglesia. Su última versión está contenida en una expresión que llaman: “democracia política” contra la “ideología democrática”, considerada, ésta, como la causa de todos los males.

Citando las encíclicas “Centesimus annus” y “Veritatis Splendor” ambas de Juan Pablo II, el jesuita Alejandro Llano, en el artículo: “Claves filosóficas sobre el actual debate cultural” publicado en la revista Humanitas” n º 4, escribe: “ Los límites de la ideología democrática…no es posible defender la vigencia pública de unos principios morales sustantivos y permanentes. Y ello, por una fundamental razón: porque los ciudadanos no están de acuerdo en ningún ideal de la vida buena, de manera que imponerles uno de ellos iría en contra de la libertad individual de pensamiento y expresión, que es el quicio mismo del sistema democrático”. De manera que, una democracia sin ideología democrática o derechos individuales sería una forma moderna de populismo. Esta forma de democracia sin derechos es lo que propone hoy la Iglesia y Trump. El PP ya lo aplica.

Javier Fisac Seco