El día 5 voy. Yo se para qué. Imprimir
Nuestra Memoria - Las fosas de la Memoria
Escrito por Ramón Pedregal Casanova /UCR.   
Lunes, 03 de Agosto de 2015 03:18

En recuerdo del abuelo comunista Teodoro Ramos Amaro, fusilado por los fascistas en Septiembre de 1941 en el muro del Cementerio de la Almudena.

¡Tantas amigas y amigos como se han ido y no los he olvidado!, ¡tantas hermanas y hermanos, camaradas!. Algunas, algunos, como aquellas 13 chicas y 45 hombres.

 

Cuando yo nací, al poco de que los fascistas los hubiesen fusilado, con uso de razón supe que eran mis hermanas y hermanos. "Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papa al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija que ya jamás te podrá besar ni abrazar ... Que no me lloréis. Que mi nombre no se borre de la historia", había escrito en su última carta una de aquellas 13, Julia Conesa Conesa, tenía 19 años. De las 13 Rosas escribí en el libro "Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios".

Año tras año, desde cuando era muy jovencito, les he llevado flores. Durante los primeros entraba al cementerio con la respiración entrecortada. Daba vueltas entre las tumbas cercanas a la tapia donde cayeron. Me paraba ante un monumento que el fascismo había dedicado, allí cerca, a los nazis alemanes, entonces llenaba mis pulmones, los maldecía, los escupía, daba una patada al suelo de tierra para levantarla y echársela encima, apretaba entre mis manos el pobre ramo de flores. Y continuaba andando mientras miraba alrededor por si había alguien, algún guardia cerca y me había visto dar la patada a la tierra. Me iba hacia la izquierda con la cabeza bien alta hacia donde estaba el paredón. Entonces, con gesto distraído, vigilaba aquella parte del cementerio, allí donde habían fusilado a mi familia. Me detenía aun retirado, asegurándome de la soledad, y deseaba que hubiese multitudes. Cuando no veía a nadie echaba a andar como si me empujasen por los hombros, tropezando, ligero, ligero, torpe, dejaba mi ramo junto al paredón y me retiraba para que ningún policía me asociase a aquel ramo. Era un crío.

Desde el primer bloque de tumbas encastradas en una pared, pero mirando hacia aquella otra que los había visto por última vez, les dirigía la palabra a mis seres queridos, 13 chicas y 45 hombres: "Las 13 Rosas", se pondría en una placa al principio de los años 80 del siglo que acabamos de pasar.

Desde hace muchos años voy sin ocultarme el día 5 de Agosto, por la mañana a las 11 horas. Me voy allí, yo se para que.

Mi hermano Armando (López Salinas), me contaba que en aquellos días el golpetazo atronador de las descargas en la madrugada entraba en su casa, y sus padres y él adoptaban una rigidez que parecía hacer frente a la muerte, todos apretaban los dientes, y se mantenían con el dolor de las balas prendido al pecho, pero serenos. Y su padre contaba los tiros de gracia que pegaban a nuestros hermanos caídos; al acabar decía: "20", o "30", o "40", "hoy han asesinado a 20", "... han asesinado a 30", "... han asesinado a 40", ... y se cubría el rostro con las manos. ¿Qué podían sentir, pensar, descargar de si mismos el padre, la madre de mis hermanas y hermanos fusilados?, ¿el padre, la madre de mi hermano Armando?; obreros de los que ganaron la República, Democrática y Popular, los derechos para la clase obrera y la igualdad entre mujeres y hombres, la esperanza de un futuro de justicia social. Los generales golpistas acabaron con todo eso, pero la historia sigue buscando el futuro de igualdad y justicia para la inmensa mayoría, la clase obrera.

El 5 de Agosto voy al Cementerio del Este de Madrid, llamado de la Almudena, yo se para qué.