Televisión Española sigue manipulando la historia Imprimir
Nuestra Memoria - La ley de la memoria
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Miércoles, 17 de Agosto de 2011 04:53

   La 1 de Televisión Española mantiene vigentes los criterios para los que fue creada durante la dictadura. Informa a su manera de los asuntos que selecciona. Si en un estadio se silba a los reyes, por ejemplo, censura los pitos y dice que allí no ha pasado nada. Y no solamente actúa así con respecto a España, sino a los países sometidos a su particular valoración.

 

   Ahora difunde los lunes por la noche una serie para conmemorar, a su manera, los 75 años de la sublevación de los militares monárquicos contra la República. Titulada Plaza de España, se ambienta en un pueblo segoviano de la sierra, llamado Peñaseca. Según se advierte sucede en agosto de 1936, al mes de la rebelión militar. Los guionistas, Pepón Montero y Juan Maidagán, no se preocupan por la sincronización de las escenas. Así, un desertor del regimiento es localizado a los pocos días de su fuga, y ya luce una pelambrera tan larga que le apodan El Melenas: ni con un crecepelo milagroso podrían conseguirse tan rápidos efectos. Les gusta la falsedad.

   Pero no son esos disparates los que hacen esta serie tan deleznable. Lo peor es la imagen que pretende proporcionar sobre los militares rebeldes. Al pueblo llega un regimiento sublevado, al mando de un coronel auxiliado por un teniente, y no sucede nada. El regimiento acampa en las afueras, y los lugareños siguen su vida. Es más: el coronel prohíbe que se celebren las fiestas patronales porque los cohetes alertan al enemigo, pero nadie le hace caso, los cohetes son disparados, y el coronel lo tolera.

   Esto es una radical falsificación de la historia. Está ampliamente documentado que cuando un regimiento rebelde ocupaba un lugar, lo primero que hacía era fusilar a las autoridades, acusadas de haber sido elegidas por el Frente Popular. Después fusilaba a todos los hombres en edad militar, por no haberse sumado a la rebelión, sin preguntarles por su ideología. A continuación pedía al cura y a los falangistas de la localidad que denunciasen a los considerados republicanos, marxistas, masones, ateos, judíos, y otros presuntos delitos por el estilo, para torturarlos y acabar fusilándolos por considerarlos enemigos de su concepto fascista de patria.

   A las muchachas las violaban en grupo, y a continuación les rapaban el pelo al cero y les obligaban a beber aceite de ricino. A las que tenían algún parentesco con los  fusilados también las ejecutaban. A muchas las torturaban por diversión.

   Estas escenas se repitieron en todas las localidades conquistadas, aldeas y ciudades. Los fusilamientos solían ejecutarse en las tapias de los cementerios, y allí quedaban los cadáveres. Cuando entre los invasores de la localidad había legionarios o moros, los cadáveres eran mutilados y sus órganos mostrados como trofeos en las bayonetas.

   Así sucedió la historia. Al haber triunfado los rebeldes, esos crímenes merecieron recompensas. No se ha juzgado a ninguno de los criminales de guerra, a diferencia de lo ocurrido en todos los países sometidos a dictaduras militares. Es indignante que TVE difunda una serie que debió realizarse durante la dictadura, porque propala una visión falsamente edulcorada de la rebelión militar monárquica.