Las cifras que rebaten la imagen idílica de la Transición Imprimir
Nuestra Memoria - La Transición
Escrito por Patricia R. Blanco   
Miércoles, 12 de Septiembre de 2018 04:34

La violencia política causó entre 600 y 700 muertes en este periodo, un tiempo en el que Pablo Casado afirma que “ni hubo ocultación, ni sometimiento, ni miedo”

“En la Transición ni hubo ocultación, ni sometimiento, ni miedo. Hubo grandeza moral, sentido de la historia, reconciliación y concordia”. El nuevo líder del PP, Pablo Casado, describió así el periodo posterior a la muerte del dictador Francisco Franco en un tuit el pasado 2 de septiembre, el mismo día en el que anunció que impulsaría la “ley de la concordia” para “derogar la sectaria relectura de la Historia” impuesta, según considera, por la Ley de la Memoria Histórica. Sin embargo, los cientos de vidas que se cobró la violencia política en aquel periodo, que a falta de un registro oficial los investigadores calculan entre 600 y 700, rebaten esa imagen idílica de la Transición.

De sobra son conocidos acontecimientos como la matanza de Atocha, cuando el 24 de enero de 1977 un comando ultraderechista asesinó en Madrid a cinco abogados laboralistas, o los cientos de crímenes de ETA. Sin embargo, hubo muchas más víctimas. “¿Quién se acuerda hoy, con la excepción de quienes las vivieron en propia carne, de las incursiones, extremadamente violentas, e incluso letales, de los grupos de extrema derecha? ¿De las manifestaciones que degeneraron en disturbios? ¿De los asesinatos de refugiados vascos que perpetró el Batallón Vasco Español? ¿De los guardias civiles que mataron los GRAPO? ¿De los civiles segados por los disparos de la policía?”, se pregunta la investigadora Sophie Baby en el recién publicado El mito de la transición pacífica: violencia y política en España 1975-1982 (Akal, 2018).

Sin la existencia de un registro oficial de víctimas, el primer problema para determinar el número de muertos como consecuencia de la violencia política durante la Transición es, precisamente, el tiempo durante el cual se extendió este periodo. Aunque existe un cierto consenso en situar su comienzo en la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, no existe un acuerdo que especifique cuándo concluyó: algunos historiadores consideran que fue un periodo corto que se extendió hasta las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977 o la aprobación de la Constitución (el 6 de diciembre de 1978), mientras que otros lo prolongan hasta el intento de golpe de Estado (el 23 de febrero de 1981) o incluso la primera victoria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en 1982.

El escritor y periodista Mariano Sánchez Soler calcula en una investigación publicada en el libro La Transición sangrienta (Península, 2010), que entre 1975 y 1983 “la violencia política” se cobró la vida de 591 personas. De ellas, ETA y el terrorismo de izquierdas fueron los responsables de 344 muertes (58,2%) y el GRAPO de 51 (8,6%). Además, según Sánchez Soler, otras 51 murieron en enfrentamientos policiales, 49 fueron asesinadas a manos de grupos de extrema derecha y 54 perdieron la vida a causa de la represión policial.

Sophie Baby, en El mito de la transición pacífica, eleva el número de víctimas mortales a 714, ocurridas entre las “más de 3.000 acciones violentas” que se produjeron en un periodo comprendido entre 1975 y 1982. De ellas, lo que la investigadora denomina “violencia contestataria”, es decir, los actores “que protestaban” fueron responsables de 536 muertes, mientras que la “violencia del Estado” causó la muerte de 178 personas. Dentro de la “violencia contestataria” figuran ETA, con 376 muertos, Terra Lliure (1), GRAPO (66), y la extrema derecha (67), de acuerdo con la investigación de Baby.

“La violencia política ocurrida a lo largo de la Transición constituye un fenómeno generalizado. Estas cifras, que no representan más que un volumen mínimo, aquel del que tenemos constancia fehaciente, son lo suficientemente abultadas para afirmarlo”, estima Baby. Según la investigadora, es preciso desterrar la idea preconcebida de que “la violencia terrorista vasca monopoliza la cuestión de la violencia durante la Transición”. Aunque fue el grupo más mortífero, es preciso tener también en cuenta “la violencia antiterrorista perpetrada por la extrema derecha y la violencia imputable a las fuerzas del orden”, considera.

¿Fue por tanto la Transición, como afirma Pablo Casado, un periodo en el que “no hubo ni ocultación, ni sometimiento, ni miedo”? Según Sophie Baby, “la violencia estatal es la que más se oculta” y, en el caso de la Transición, “una vez consolidado el marco democrático, no pareció ya pertinente centrarse en unos gestos que venían a poner en peligro los esfuerzos realizados en pro de la legitimación del nuevo régimen”. De este modo, “la violencia estatal se convirtió en un espacio de silencio”. En cuanto al sometimiento, solo en 1977 hubo cargas policiales en 788 manifestaciones en España, de acuerdo con los cálculos de Mariano Sánchez Soler. Medir el miedo no es posible. Pero la muerte de entre 600 y 700 personas como consecuencia de la violencia política, según los estudios de Sánchez y Baby, descarta la existencia de una sociedad libre de temores.

 

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Fuente: El País