El bar en clave de literatura: Lanzan en España "Crónicas de bar", nuevo libro de Edgar Borges Imprimir
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Escrito por Rodrigo Aguilar / Argenpress   
Martes, 12 de Abril de 2011 00:00

Crónicas del bar, de Edgar BorgesLa literatura del escritor Edgar Borges (Caracas, 1996) desde sus inicios se ha inspirado en los mundos (el escritor habla de "realidades") de la calle. Su primer libro "Sonido Urbano, calle, salsa y cuentos" (Venezuela. Editorial Tropykos, 1992) ya decía por dónde iba el asunto creativo del autor. En 2005, para confirmar su interés por "los sonidos de la calle", escribe el exitoso monólogo "Lavoe contra Lavoe, la tragedia del cantante" (ese mismo año se convierte en libro), que cuenta la obra y drama del cantante puertorriqueño Héctor Lavoe. Sin embargo, luego, cuando se dedica de lleno a la ficción con libros de relatos y novelas como "Sueños desencantados", "Mis días debajo de tu falda" (ambos en su país), "¿Quién mató a mi madre?", ¿Quién mató al doble de Edgar Allan Poe? y La contemplación (estas tres últimas obras en España), se mantiene atento al tema callejero que tanto le apasiona.

 

 

 En "La contemplación", novela que fue elogiada por Enrique Vila-Matas, Edgar Borges juega, quizá como nunca antes, con la realidad y la ficción desde una serie de tramas que se cruzan en "la calle 11", lugar surgido de su universo creativo por donde transitan personajes "normales y extraordinarios". Por algo Vila-Matas se preguntaba: "¿Dónde queda la calle 11? ¿Será acaso el lugar hacia dónde camina su autor?".

Ahora, en 2011, el escritor nacido en Caracas, ofrece a los lectores un nuevo libro que le abre sus páginas a "las realidades" del bar (tema muy callejero, por cierto). "El bar es el confesionario más democrático de todos los que existen". Con esta frase comienza "Crónicas de bar", la nueva obra del escritor Edgar Borges que la editorial española Milrazones lanza el 15 de abril. "Crónicas de bar" es un libro de apuntes, de recorridos, de aforismos que van y vienen entre las crónicas (las vivencias, las miradas). El escritor, como un caminante de bares, lleva un cuaderno que le sirve para anotar sus observaciones: "En principio deseo estar solo y observar la soledad de los otros". Pero luego, el ir y venir, el escuchar y hablar, le hacen cambiar la perspectiva del viaje. Y piensa y anota: "La mujer de la carta comienza un tercer folio; ¿a quién le escribirá con tanta dedicación?"; "En los cafés, como en los bares, se intenta arreglar el mundo; en cada mesa, así como en las barras, van y vienen las soluciones del día (mientras, otros nos enredan la vida a puertas cerradas)"; "La barra es un aposento de sosiego para tres hombres que, más que atender sus tragos, contemplan el ir y venir de la hermosa camarera".

21 bares de Asturias le sirven a Edgar Borges para observar conversaciones ajenas y pequeñas realidades invisibles ("La gente que va y viene me recuerda la casa de las abuelas donde todo el vecindario entra"). A partir de ellas aplica su idea de que un ser es una minúscula réplica del mundo para contar que en un bar (como en cualquier lugar) pueden habitar todos los bares (y mundos). 21 bares, 21 crónicas y múltiples historias donde se cruzan vivencias de calle, sexo, arte, ciencia, política y juego ("En eso la camarera se me acerca y, con fina ironía, me pregunta si le daré otra vuelta a la ruta (para seguir curioseando la vida de los otros) o pediré algo"). Y en ese juego (en esos bares) el autor descubre tertulias, cantos y despechos, pero también ve pasar a jugadores (innatos) de la palabra como Fernando Pessoa, Robert Walser ("Es posible que haya sufrido algún tipo de locura vinculada con la derrota de la infancia"), Georges Perec ("Mi amiga Mónica me lo advirtió la semana pasada: Georges Perec entra todos los viernes a éste café y luego desaparece"), Julio Cortázar ("El saxo de Charlie Parker me conecta con el juego literario de Julio Cortázar"), Thomas Pynchon, Claudio Magris y Peter Handke; a jugadores de la imagen como Salvador Dalí y Toulouse-Lautrec ("El loco es un viajero silencioso de su mundo interior que, como el niño, le teme a la cordura de los adultos"); y a jugadores de la música como Carlos Gardel, Charlie Parker, Daniel Santos, Camarón de la Isla, Eddie Palmieri y Rubén Blades ("... me quedo contemplando el baile equilibrista y solitario que una chica celebra en una esquina...¡Tempo de mujer libre en movimiento secreto!"). Jugadores leyendas, jugadores anónimos, jugadores reales, jugadores ficticios, todo juego es posible según la mirada de quien lo juegue.