La peor de las censuras Imprimir
Derechos y Libertades - Libertad de Expresión
Escrito por Luis Ibáñez   
Martes, 05 de Febrero de 2019 05:42

Lo peor es que esta censura que flota en el ambiente llegue a nuestra propia forma de actuar

Durante la guerra civil, y de manera aún más acusada en los primeros años de la posguerra, la censura, la denuncia y la desconfianza hacia al de al lado fueron promovidas de manera oficial y de forma sistemática. La fórmula aplicada fue muy simple y efectiva, y consistió en lanzar al ambiente, como si de un arma de destrucción masiva se tratara, el virus del miedo. De este modo se consiguió que vecinos denunciaran a vecinos, que no se hablara jamás de política, que la gente quisiera hacer "méritos" para ganar puntos frente a los que mandan, a costa de acallar, detener, encerrar o incluso asesinar al de al lado. En un ambiente de miedo, todas las miserias humanas salen a relucir. Todo vale, porque el miedo mueve nuestra parte más instintiva e irracional.

Ochenta años más tarde, nos encontramos con un cambio de escenario político sin precedentes en Andalucía, y quiero dejar muy claro que nada tiene que ver (por el momento, al menos) con el franquismo. Sin embargo, el miedo a no salir en la foto, a que "podamos buscarnos un problema", el miedo a destacar, o a "significarse", como decían los antiguos, ha vuelto. Hay centros educativos donde, al organizar una actividad sobre la guerra civil, no se utilizan los colores de la bandera republicana porque "puede ser mal visto", se censuran contenidos sobre los brigadistas internacionales, que vinieron a defender el orden establecido (recordemos, los rebeldes y golpistas fueron los ganadores), se cambia el propio título de la actividad, se censuran fotografías sobre los desastres de la guerra…

De pequeño, mis padres me recomendaban que no hablara de política en la calle. Se perpetuaba la idea (aún vigente en España, absurda en cualquier otro país) de que ser republicano es igual que ser comunista, de izquierdas. Cualquiera con una formación mínima sabe que esto no es más que el resultado obvio de 40 años de represión y discurso único.

La peor de las censuras no es la que provocan las leyes, los gobernantes o las absurdas reglas de protocolo de nuestra sociedad. Lo peor es que esta censura que flota en el ambiente llegue a nuestra propia forma de actuar, la asumamos como natural, y seamos nosotras y nosotros mismos quienes nos autocensuremos. No se puede vivir con miedo, y nos merecemos no perder un milímetro de nuestra libertad de expresión, pensamiento y opción política. Necesitamos vacunarnos frente al virus del miedo.

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Fuente:  Diario de Almería

Viñeta: Diego Rivera / Agencia Best