¿Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma…? Imprimir
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por l Escarpa Sanz / UCR   
Miércoles, 30 de Julio de 2014 05:16

-¡Venganza!- clamaron los generales del pueblo de Israel, y el infierno se precipitó sobre el pueblo palestino: sobre la peluquería, sobre el anciano, sobre la mujer en estado de gravidez y sobre la tienda de ropa del barrio; sobre la tienda donde se adquieren los víveres y sobre el soleado patio donde el sol seca las prendas e ilumina las sábanas; sobre la huerta y sobre el mudo teléfono; sobre el lecho de la recién casada, sobre el árbol engalanado con sus jugosos y frutales volúmenes.

 

Sobre el zapato que dormía bajo la cama su sueño de sendas, de piedras y de asfaltadas y empedradas calles; sobre los hospitales y los lugares de recreo, sobre los lugares de oración; sobre el carrillo tirado por un borrico, del hombre que aquí repartía agua, allí vendía fruta y más allá se tomaba un té con los ancianos, en una esquina soleada; sobre el comedor donde la muerte jamás será invitada, pero donde siempre tiene las puertas abiertas, a cualquier hora de la noche, del día o del atardecer.

Un tupido y oscuro sudario desciende todos los días sobre los barrios y las tierras de Gaza, y envuelve con él el redondo seno de la joven madre que amamanta con su néctar al hijo, en esa hora en que el acero hiere también el deslucido lomo de una biblia y láminas de acero penetran hasta el índice, el alma del corán derribado; mientras en el mundo se practican deportes de riesgo, se discutesobre los últimos fichajes millonarios de este y el otro club de fútbol, se reducen a escombros las economías de los países con la especulación; se ríe, se canta, se ama, se escucha música y se doran las espaldas de los hombre y se broncean los hermosos muslos, los hombros, los rostros y las manos de las mujeres bien alimentadas.

Mientras los rosarios de proyectiles israelíes descienden sobre las tierras de Yasir Arafa, ríos de tinta se abren paso, se precipitan ya sobre el papel de las revistas del corazón para vendernos la ruptura matrimonial de una estrella del cine, el romance de otra del fútbol con una singular belleza de las pasarelas del mundo; se especula sobre las grandes dimensiones y la decoración de la mansión de un noble y sobre las medidas de su piscina, y hasta sobre el color del agua de ésta.

Desciende el fuego del averno sobre el encerado de la escuela, sobre las cartas del hijo que marcho a difundir la causa palestina por tierras de España, mientras trabaja en un kebab de Lavapiés; desciende el odio en forma de misiles sobre los olivos, sobre las tierras bíblicas de la Palestina de Jesús y de María, sobre el vestido de la novia y las copas dispuestas para el banquete. Sobre la conciencia del mundo desciende el acero de la determinación israelí de exterminar a esta raza -no tan lejos en su moral de lo que aquellos brutales nazis de Hitler intentaron en el pasado con el pueblo de Israel-.

Qué diría en estas horas el poeta Pablo Neruda, el que fue testigo directo de los bombardeos sobre el mercado de Argüelles y sobre el juguete infantil, sobre la estatua del prohombre y sobre los árboles del Paseo de Rosales. Qué le diría hoy al mundo Miguel Hernández, el que cantó al tren de los heridos y nos hablaba de los algodones entrando en las heridas de guerra, de los almendrados rumores de las abejas. Que nos diría hoy el poeta César Vallejo, que cantó a la resistencia del pueblo republicano español de hace quince lustros. Qué palabras emplearía hoy aquel José Saramago del Ensayo sobre la ceguera para denunciar ésta de hoy y cuales emplearía el Primo Levi de Si esto es un hombre, para condenar la ira y el exterminio de estas largas horas, cuando un pueblo se rebela y no se resigna a la brutal ocupación.

Qué dirá Dios -si es cierto que existe-. Qué color escogeremos hoy para expresar nuestra indignación desde la solidaridad de pueblo, ante el implacable martillo del pueblo escogido de Yahvé, que golpea sin ningún tipo de piedad sobre el yunque palestino. ¿Quemamos nuestros apreciados Levis 501 en un acto colectivo de indignación, en una plaza de nuestra ciudad?