Escuelas rurales, el germen de la mejor enseñanza PDF Imprimir E-mail
Servicios Públicos - Enseñanza Pública
Escrito por Ramón Hdez. de Ávila   
Sábado, 10 de Marzo de 2018 06:10

Si en España se respetaran y mantuvieran las escuelas rurales, hasta Finlandia nos envidiaría por nuestro sistema de enseñanza. Pero no. Con la disculpa de que no hay suficientes niños, se agrupan en centros masivos y se arregla con el transporte, como ovejas desde su apartado domicilio. Y eso cuando hay transporte. Otro negocio de las empresas en connivencia con políticos, directores generales, y demás gentuza dedicada al mangoneo, que consideran la enseñanza como un gasto y no como una inversión. Inversión social, el seguro de un país para un futuro en progreso.

Nunca puede justificarse por esa razón. Es cierto y triste, por ser una gran desgracia, que, por políticas erróneas, nuestros pueblos, el sostén alimentario de las capitales, se estén despoblando cada año. Muchos, alrededor de 60 el último año, quedan abandonados, vacíos, en ruinas. Otro problema que podría solventarse con una adecuada promoción rural, en la que la escuela unitaria es el primer elemento. Pero no. Para eso no están, ni sirven, ni quieren servir, nuestros gobernantes. Tienen otras cosas de las que preocuparse, sobre todo las que les dejan votos y dinero. Votos que cuentan únicamente en las elecciones, y dinero que se llevan a Suiza, su patria querida y paraísos fiscales, ellos, que deberían dar ejemplo.

Con un solo niño en un pueblo, debería haber para él una escuela, el lugar donde aprender, donde comience su contacto con la sociedad y adquiera la educación y los conocimientos que a esa edad, entre 3 y 6 años, la más importante en la vida del ser humano, se precisan. De paso, disminuiría el paro, en los maestros, un 35%, sin contar los interinos que cada año en España, alrededor de 20.000, se quedan bailando en la cuerda floja temiendo por el puesto de trabajo.

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Según expertos y sindicatos, “el cierre de centros unitarios es un atentado contra las zonas rurales”. Cuando un pueblo sufre el cierre de un colegio comienza su decadencia

Con los recortes y la crisis, se recurre a disminuir un 36% los presupuestos para educación, la segunda más baja de UE, con un 4,1% del PIB, frente a Finlandia (9,4%) o Alemania (7,8%), mientras aumentan el doble en gastos militares, que aquí con razón, sí hay que hablar de gasto, inservible, para mantener un ejército obsoleto y erróneo en sus funciones, y el armamento con el que se enriquecen algunas familias. Mala política el cerrar centros unitarios, necesarios e imprescindibles, por ser la manera más adecuada para una educación integral, a la vanguardia, con enormes ventajas de todos conocidas, y que recordaré grosso modo a continuación.

Baste lo susodicho, para aplaudir y apoyar las reivindicaciones de multitud de manifestaciones que en muchas zonas de nuestra geografía se han llevado a cabo protestando por el cierre de casi 500 centros en los últimos años. Castilla-León, Aragón y Galicia son las comunidades más afectadas donde los nacimientos en zonas rurales están un 30% más bajo que las defunciones. Pero no es razón para cerrar centros, algunos punteros en pedagogía, técnica, y medios materiales, como el que  apuntamos en este reportaje del pueblo de Pontevedra, Moraña, que quizá deje de funcionar, debido a que varios alumnos el próximo curso pasan al colegio a cursar primaria, quedándose rozando el cupo, cinco o seis niños, para que según la Xunta le permita mantenerse abierto.

No sirve como medida el agruparlos o trasladarlos a otro centro más grande, con sus desventajas y alejamiento de su entorno, y por si fuera poco, masivo. Por eso digo, es de aplaudir y apoyar los eslogan que lucían en las manifestaciones frente a la Consellería de Educación en Santiago, donde  la pancarta mayor decía: “Fusión de políticos, non de colexios. Y es que en la última década, se han cerrado casi 200 centros rurales en Galicia, 60 en los últimos dos años. En el presente curso, 13  han echado el cierre. No es extraño por tanto que los pobladores de zonas rurales, de toda España, no sólo de Galicia, estén en lucha por algo tan fundamental como un centro escolar de alta calidad educativa. (Y no hablemos de otro grave inconveniente si caen nevazos, como estos días en que el agrupamiento conlleva la ausencia de clases por la imposibilidad y riesgo del transporte. Cerca de medio millón de alumnos españoles no han podio asistir al cole por las inclemencias del tiempo. Con un centro en su aldea no hubiera sucedido).

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EL CENTRO UNITARIO DE MORAÑA

Moraña, en Pontevedra, es un pueblo con varios centros educativos, pero hay uno cuya existencia peligra el próximo curso al disminuir sus alumnos por pasar al grado superior. Un centro equiparable, por su calidad, a cualquier centro de Finlandia, la vanguardia, según dicen, en el sector educativo. La escuela, llamada San Lourenzo, situada en un entorno privilegiado, mimetizado e integrado plenamente en él (como demuestran las fotos), cuenta con los mayores adelantos (ordenadores), técnicas y recursos pedagógicos, materiales, y humanos, para facilitar el proceso personalizado de enseñanza-aprendizaje, centrado en el desarrollo integral, social y natural del niño que despierta a la vida. Este curso cuenta con siete niños entre 3 y 6 años, en aulas equipadas y con clases en los tres idiomas, castellano, gallego e inglés. Pero, como ha declarado una de sus maestras, “no se trata tanto de la transmisión de contenidos como de valores”.

Y qué mejor lugar para conseguirlo que la escuela unitaria, rural, con pocos alumnos, estilo Finlandia. Son claras las ventajas de la escuela rural por la convivencia de distintas edades en el mismo espacio: se fomenta la solidaridad y la igualdad, los pequeños se beneficien de lo que están haciendo y aprendiendo los mayores, y éstos a su vez, les ayudan “y espabilan”. Escuchan  siempre la explicación, aunque externamente parece que están en otro asunto o entretenimiento. Los peques ven en los mayores buenos referentes como compañeros, amigos y protectores, fomentando el respeto mutuo. Se lleva a cabo una educación global adecuada a los tiempos y a  su entorno.

Se podía pensar que tales objetivos se consiguen o pueden realizarse en un centro equipado como el de Moraña, que cuenta con buenos recursos técnicos y humanos adecuados a esas edades. Pero tampoco es necesario que todos los centros estén equipados con tantos adelantos, siendo el principal, la vocación del maestro y su dedicación; con cuatro cosas puede arreglarse. Con las que sin duda contará, añadidas a la colaboración de los padres. Porque si algo destacable tienen estos centros, es la implicación de la comunidad educativa. Todos los vecinos harán lo posible por mantenerlo en pie y que sus hijos salgan a los cursos superiores con la suficiente preparación y educación en valores como desean que sea para enfrentarse a la realidad.

Estos centros per se, aun sin contar con buen equipamiento, tienen  sus ventajas sobre la educación masiva, y la primera y fundamental es la ratio por aula, no más de 10. A lo sumo, 15. Cuanto menos, mejor, a más tocamos, como dicen en mi pueblo. Veamos algunas de estas ventajas, de las que se pueden deducir otras tantas, y algunas que me dejo en el tintero, y que puede poner este país, por su orografía y constitución poblacional, en el puntero de Europa en lo referente a educación. Todo es cuestión de voluntad política. Y de políticos honrados e inteligentes. Que alguno habrá.

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VENTAJAS DE LA ESCUELA RURAL

Hay muchas ventajas, entre ellas:

- Favorece la experimentación y la pedagogía activa

- Permite implantar una educación personalizada

- Dicha educación es homogénea y solidaria

- Permite la evaluación integral por el conocimiento personal entre profesor-alumno

- Favorece la integración del alumno en el medio en que vive

- Cada día, tanto el alumno como el maestro experimentan, crean e innovan

- Hay una participación activa e intensa de los niños-

- El maestro polivalente y los alumnos mezclados enriquecen la convivencia y el aprendizaje

- Es más flexible, libre y crea auto-responsabilidades

- Control blando y respetuoso de los alumnos

- Permite la participación de las familias

- Puede entrar un vecino, que no sea maestro, a contar e impartir su experiencia en un conocimiento o actividad muy específicos.

- En fin, para los más pequeños es la prolongación del hogar.

Y otras que ya iremos viendo en próximas entregas.

Según expertos y sindicatos, “el cierre de centros unitarios es un atentado contra las zonas rurales”. Cuando un pueblo sufre el cierre de un colegio comienza su decadencia. Les duele a los lugareños que sienten la escuela como parte de su vida. Es una muerte más y el inicio de un periodo de luto. El medio rural agoniza. Y su muerte se agilizará si desparecen estos centros. Si se mantiene la escuelita, sumida en su entorno, servirá de reclamo para que el pueblo pueda seguir viviendo. Quizá comience a repuntar de nuevo, cuando se aprecie la calidad de dicha educación. Sin la escuela, seguro que morirá. Alguien ha dicho que el cierre de centros escolares es el termómetro de la despoblación.

Estas pequeñas escuelas rurales o centro unitarios, de 3 a 10 años, con menos de 30 niños, son auténticos laboratorios de innovación educativa y superan a cualquier otro colegio, por muy equipado que esté. No las abandonemos. No se parecen en nada a las del desarrollismo español. Ni tampoco sus maestros.

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Fuente: Nueva Tribuna