Mamá, quiero apuntarme a religión Imprimir
Servicios Públicos - Enseñanza Pública
Escrito por Nuria Varela   
Sábado, 13 de Septiembre de 2014 05:26

Quizá les haya pasado como a mí esta semana. Comienza el curso escolar, primer día de cole, nervios, carreras, presupuesto del mes destrozado, reencuentro con los amigos y las amigas… y a las nueve de la mañana, objetivo conseguido: los peques en las aulas y las madres, casi sin querer, soltando un profundo suspiro, mezcla de alivio e incertidumbre ante este nuevo curso. Si han tenido el privilegio de formar parte del grupo de conejillos de indias, a saber, vivir en una comunidad autónoma hooligan del ministro Wert y su engendro de nueva ley de educación llamada -no sé si de forma eufemística o con recochineo- Ley de Calidad Educativa y tener un hijo o hija en primero, tercero o quinto de educación primaria, el suspiro habrá sido aún más profundo.

 

A las nueve y cinco de la mañana ya habría desfilado por su cabeza lo que les han costado los libros de texto, que no han podido ni comprar de segunda mano ni intercambiar, puesto que son todos nuevos para adaptarse a la ley de marras y se habrían encomendado a quien quiera que recoja sus plegarias para que la lista de material escolar este año no sea muy larga, porque el presupuesto ya no da para mucha libretita pitiflú ni rotuladores pitiflá, y para que los recortes no les hubiesen tocado en bloque, a saber, que tengan profesorado en las aulas, que ninguno esté de baja, que hayan sido asignados a tiempo y los horarios estén hechos… ya saben, estarían rogando, como yo, para que en el empecinamiento del Gobierno de Rajoy por cargarse la educación pública no nos hubiera tocado el gordo.

En esas estaba aún, cuando voy a recoger a mi hijo tras ese primer día… apasionante. Y me encuentro con el saludo más inesperado. “Mamá, quiero apuntarme a religión”, me dice con ocho añitos recién cumplidos. Ni en mis peores pesadillas hubiese imaginado que la nueva ley fuese tan demoledoramente eficaz en su objetivo involucionista. Tras el desconcierto inicial, viene la explicación del crío -tan sincera como práctica- “porque en lo otro -así denominan mi hijo y sus amigos la nueva asignatura alternativa a religión- te hacen exámenes, te ponen nota que cuenta y seguro que será en inglés”. Y sí, traía horario: dos horas a la semana de religión -o “lo otro”-, frente a una hora a la semana de música y otra hora semanal de plástica. La informática, desaparecida.

Lo de la informática tiene tela porque desaparece de las aulas de primaria la misma semana que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, salió del debate sobre el estado de la región con un anuncio estrella: los alumnos de secundaria que estudien en la Comunidad de Madrid tendrán una nueva asignatura obligatoria que no existe en ninguna otra autonomía: Programación. Su temario incluirá la creación de webs, aplicaciones para móviles y juegos. La asignatura se implantará de forma progresiva en este mismo curso escolar y el curso que viene se extenderá a todos los centros. Para aprobarla, será indispensable que el alumnado sea capaz de diseñar y crear una aplicación. Es decir, les quitan informática de primaria y les exigen saber programar en secundaria. Lo dijo sin despeinarse, oigan.

Sé que el destrozo de la educación pública es especialmente significativo en Madrid pero se lo cuento porque, como saben, es el lugar preferido de la derecha para hacer sus experimentos. Luego no digan que los conejillos de indias no les hemos avisado de lo que se les venía encima.

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Fuente: La Marea.