España, donde los libros no son cultura pero los toros y los desahucios, sí PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Modgi   
Jueves, 14 de Febrero de 2013 00:00

Las tardes en el Congreso de los Diputados son como jugar a la ruleta: Nunca sabes lo que te va a salir, pero casi siempre perderás. Ayer fue admitida la ILP que, presumiblemente, convertirá a el toreo en Bien de Interés Cultural. Esta iniciativa contaba con 5.000 firmas a favor. En cambio, la presentada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca con el objetivo de paralizar los desahucios, tenía 1.500.000. Pretendían tumbarla, pero el PP hizo algo que un católico jamás debe hacer: Practicar la marcha atrás.

En cuanto se enteraron del suicidio de un matrimonio de jubilados que iba ser deshauciado, vieron la que se les venía encima, se cambiaron de chaqueta, se colgaron la medalla y votaron a favor. Para que el cabreo que se ha generado llegue a los lectores ABC y La Razón, hemos decido contar la noticia como a ellos les gusta: Con una crítica taurina. La primera crítica taurina de izquierdas de la historia. Aquí va:

Tarde con sol brillante en la madrileña Plaza del Congreso de los Diputados. Toros a pares en una abarrotada Monumental de la que nadie salió a hombros y en la que muchos más rabos merecieron ser cortados.

El primero tuvo muerte pronta. La audiencia apenas ocupaba el tendido, debidamente retornada del tradicional prefacio carajillero, que ya saltaba a la arena un joven torero pichafloja, Toni Cantó. Apuesto zagal, del cual uno todavía no atisba si es un diestro que se hace el zurdo, un zurdo que no se sabe diestro, o simplemente un gilipuertas encriptado. Tristes vuelos de capote los del valenciano, que se marcó un desplante con un tan flojo en técnica como churretoso en intenciones: «los animales no tienen derecho a la vida ni a la libertad». El gesto le valió el abucheo de los concurrentes, que en la carpa pidieron su cabeza y su rabo en el twitter. Acudieron a rematar la faena los mozos del PP, que atacando a una como en Fuenteovejuna, asestaron sendos aceros para declarar “La Fiesta” (sic) Bien de Interés Cultural. Gran día para el toreo, malo para los toros.

Si el primer toro desalentó, el segundo compensó la velada. La miura Ada Colau, apenas media tonelada proveniente de la ganadería de la PAH, embistió con tremenda bravura al mongoloide diestro Teodoro Matos. El popular, lejos de la talla que demandaba una faena bulliciosa del querer, recibió, nada más encarar, un solemne tabacazo de limpia factura. Cornada de millón y medio de firmas por parte de Colau, que dejó al diestro culidescubierto cual sobre de Bárcenas, perforado en su ya de por si escuálida dignidad y segando su escroto, si es que tal jamás existió. El diestro aguantaba el chaparrón, puro temple ante el gentío. Se enrocaba en el burladero del “NO” como un mochuelo cobardica tras las faldas de mamá. Quiso el destino que un 'Deus Ex Machina' proveniente de las Pitiusas, lamentable y lamentado, diera un vuelco a la faena. Acudió en su socorro otro vil botarate, el todavía más diestro (en el peor de los sentidos) banderillero Alfonso Alonso. Su intención, rematar la faena con una estocada de ley que le abriera el cerrojo de la tan ansiada puerta grande del desahucio. Mas Colau, como buen toro de sangre noble, se rebotó, se vino arriba y atizole tal pinchazo en el bullate que dejole más botarate y más mamarrachuzo, aún si cabe, de lo que el diestro irrumpió en el ruedo. El torero (por llamarlo de alguna manera que no enturbie la memoria de su santa madre) dio el “SÍ” a regañadientes, la ILP fue admitida y el tendido estalló en jolgorios y agasajos. Colau y sus compinches salieron del ruedo, no a hombros, como merecía la ocasión, sino a limpio matencado, endulzado acaso por el fácil verbo del Muy Poco Honorable Jesús Posada, que desde la pudiente poltrona de su palco presidencial, esgrimió un sonoro “¡PROCEDAN A LA EXPULSIÓN, COÑO!” dejando claro al respetable quienes habían sido coronados héroes de la tarde, y quienes, villanos.

Hasta la próxima corrida, si Dios, el tiempo y El Jueves lo permiten.

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Fuente: El Jueves