Robar al mendigo PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Rafael Torres / OTR Preess   
Domingo, 26 de Diciembre de 2010 06:37

MendigoLos policías locales de Alicante no quieren trocar su oficio por el de ladrón, y así se lo han hecho saber a la alcaldesa, Sonia Castedo, que pretende que dichos funcionarios roben las limosnas a los mendigos. En su cruzada para desterrar de la bella ciudad levantina a los pordioseros que tanto la afean, la tal Sonia ha discurrido la manera de atizarles donde les duele: la confiscación de la calderilla que reúnen con la exhibición de su miseria.

La pepera Sonia, pepera desde chica en las Nuevas Generaciones de la cosa, resuelve así la probable escisión en su alma cristiana, venciéndose hacia la consideración de que lo más seguro es que los mendigos se lo gasten en vino. Quitándoles los euros les hace, en realidad, un favor, pero con éstos políticos de ingenio tan vivo y de moralidad tan sucinta ocurre siempre lo mismo, que no se les comprende, y su propia policía le ha dicho que no se ve mangándoles el dinero a los menesterosos, que es de su entera propiedad desde el momento en que lo reciben.

 

Robar al mendigo. De momento, con la anunciada y brutal subida del 10% de la factura eléctrica, el gobierno de la nación no roba exactamente a los mendigos, pero sí contribuye decisivamente a crear otros cuantos miles de ellos. El ciudadano sin empleo, sin la menor esperanza de encontrarlo, sin subsidio de paro, sin los 426 euros de socorro, sin cheque-bebé, habrá de apoquinar un 10% más si quiere calentarse en éstos fríos, no andar a oscuras por la casa si es que la conserva o meter en el microondas la pizza de euro y medio con la que figurarse que ha comido. Otro decreto, el anti-tabaco, le impedirá fumarse un cigarrillo para calmar su desesperación, aunque otra ley, más benévola, le permitirá dedicarse al top-manta o al tráfico menudo de estupefacientes con castigos menos severos.

Robar al mendigo. Tal es, al parecer, la fórmula de la alcaldesa de Alicante para acrecer la estética de la ciudad. Sus policías, imbuidos tal vez de un trasnochado espíritu navideño, no le quieren dar esa pequeña satisfacción.