¿Queremos ser realistas? PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Paco Bello   
Jueves, 13 de Septiembre de 2012 00:00

DemocraciaTras una guerra civil provocada por unos golpistas y que costó millones de vidas, permanecimos en un periodo de auténtica barbarie durante 15 años. Una vez recuperada Europa de su propia guerra, desde la “inteligencia” de EE.UU. y por intereses geoestratégicos se consideró interesante perpetuar el régimen de un dictador necesitado al que consideraron controlable. Desde mediados de los 50 hasta principios de los 70 se pusieron las bases (y las otras bases) para nuestra “modélica transición”, y se transformó el espectro político que hubiera podido suponer una amenaza.

 

El PSOE se vació de contenido, y en él se colocó a un chico que fue escoltado y protegido por los servicios secretos españoles de Franco hasta la localidad francesa de Suresnes, donde se celebró el congreso en el que tomó el control de algo otrora sólido, que después convirtió en la caricatura de lo que había sido un partido marxista y obrero desde finales del S. XIX. Fue el mismo chico que nos metió en la OTAN, y el mismo que empezó (y con mayor dureza) los recortes de derechos de los propios trabajadores que lo habían aupado al poder.

¿Qué decir de un partido comunista encabezado por el primer y único líder comunista nombrado Doctor honoris causa en universidades de EE.UU. cuando aún se respiraba un Macarthismo marchito? (que hoy todavía apesta).

De AP no hace falta hablar. Eran los mismos franquistas que habían asesinado, reprimido y sometido al pueblo a un régimen dictatorial y jerárquico en el que podías vivir si no se te ocurría hablar de política, o si no tenías la mala suerte de encontrarte con la arbitrariedad de ese “sistema”.

Llegó la transición y con ella Adolfo Suarez. Aquel hombre con el que no comulgo (y afecto al régimen), al menos tenía algún tipo de principios (por encima de los del resto), y osó cuestionar internamente el proyecto de país que estaba en la hoja de ruta.

Un famoso día del año 81, el Rey y a la postre Jefe del Estado, viendo que se le podía escapar un poder que no tenía asegurado, preparó junto con los suyos el plan para provocar un gobierno de circunstancias en el que ya estaban asignados los cargos. Entre los afortunados estaban Manuel Fraga y el que había dejado de ser un chico: Felipe González. Pero tuvo que enfadarse (cuando se enteró de que lo habían utilizado), un TeCo bigotudo y de ideas caducas, para que el plan resultase (en lugar de un desastre o algo con fecha de caducidad) un mayor éxito de lo que estaba previsto. La cagada de Armada por ser un bocazas, fue todo un acierto.

Se mataron dos pájaros de un tiro. Se legitimó y encumbro la figura de un vividor con menos sentimientos que un mechero y capaz de traicionar a su propio padre como Juan Carlitos, y se acabó con un hombre y un partido: UCD, que sufrió la peor debacle electoral que se recuerda.

Y así seguimos

Hoy el PP sigue siendo fiel a sus orígenes. El PSOE sigue siendo aquello en lo que se convirtió, e IU, viendo que puede ser un partido con fisuras, va a cambiar sus estatutos para que las bases no vuelvan a tener oportunidad de decidir (como en Extremadura).

¿Es que el pueblo no cuenta?

Seamos sinceros por feo que sea decirlo. El pueblo no sabe ni por dónde le llueven las hostias. Con “el pueblo” puedes hacer lo que te venga en gana si dominas las herramientas necesarias. La principal, la más importante, son los medios de comunicación. No hace falta que hablemos de la proporción de la población sumida en el limbo de las modas, los deportes, los cotilleos o la vida loca. Tampoco la gente normal tiene tiempo para permanecer bien informada. Si además la estructura del sistema está preparada para mantenernos constantemente ocupados o compitiendo, y además, se domina la educación, el resultado es el que vemos.

Ha ocurrido y ocurre. Incluso si el propio sistema prevé problemas (que ellos provocan) tiene mecanismos para aliviar la presión. La cadencia está estudiada, no hay improvisaciones. Podríamos hablar de casos que escandalizarían a más de uno, pero no tengo ganas de extenderme tanto.

¿Nos resignamos entonces?

Pues si uno lo piensa con frialdad, y en base a lo que puede deducirse, la respuesta simple sería que sí. Pero no seamos tan simples.

La dinámica de las revoluciones no es lineal, y por eso se han podido dar y de diferentes tipos. No importa si hablamos de Cuba, Venezuela, Bielorrusia, Túnez, Chile, Ecuador, Nicaragua, etc. El caso es que se ha podido a pesar del imperialismo yankee. No es imposible. Los gobiernos tutelados son monstruos con pies de barro.

Desde luego lo que no se puede hacer es abrirles la puerta para que tomen el control. El 15-M es una muestra. Si la horizontalidad supone estar siempre presente, ellos tienen las de ganar. Pon a un buen orador sempiterno (o varios), y lograrás que existan armas de destrucción masiva en Irak (o acabarás pidiendo paz en el mundo como las misses). Déjales mezclarse en la organización, y ellos organizarán donde sea rentable. Deja que la decisión consensuada sea la voz de todos, incluso de los disconformes, y los medios del poder se encargarán de difundirla.

Pero ciérrate en tus principios, propón medidas sensatas, mantén tu integridad, y ya veremos cómo se lo montan para acabar contigo cuando la gente se sume. Sé constante y puede que se produzca un efecto llamada que no puedan contener.

Y a partir de ahí, dentro del ejército y la policía hay personas sensatas (aunque no compartamos sus principios), que están hartas. Dentro de la política, hay personas con ideales dormidos (aunque no compartamos su ideología) que pueden despertar. Dentro de la intelectualidad (aunque critiquemos su pasividad y su desafección) ídem. Y en la judicatura, y el funcionariado, y entre los parados, y …

No es necesario contar con todos. La gente común no va a enfrentarse espontáneamente de forma individual al poder. No va a dejar de votar a sus partidos de siempre, ni va a dejar de hablar de usted a una personalidad. Incluso negará la mayor por miedo o desconocimiento. Pero esa misma gente, un buen día, puede asumir lo conseguido, y feliz porque otros lo hayan hecho.

Seamos realistas: se puede lograr la democracia. ¿Y si no lo intentásemos? Seamos de nuevo realistas: ¿de qué sirve estar vivo?

¿Queremos ser marionetas?

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Fuente: Iniciativa Debate