La bandera dde todos PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Arturo del Villar   
Martes, 01 de Mayo de 2012 06:15

Bandera republicana ondeandoBlanca y radiante iba la Novia de Madrid, la gentil condesa de Murillo, el día de su reelección como presidenta del partido que dice ser Popular de la Comunidad de Madrid, que casualmente también preside ella. La votación resultó tan abrumadora a su favor como las realizadas durante la dictadura fascista, en las que se decía que en el recuento de votos, nunca celebrado por innecesario, sólo se encontraba media docena de papeletas en contra, para que no criticase nadie el resultado.

 

En su discurso se repitió la escena habitual durante la dictadura, con aclamaciones continuas y gritos de aliento. El pelota primero que la presentó al auditorio, como si hiciera falta presentarla a sus incondicionales, la llamó la Jefa, título que le sienta muy bien. Al primer fascista español, Gil Robles, líder de la Confederación Española de Derechas Autónomas en los años treinta, se le conocía por el Jefe, a imitación de sus maestros el Duce y el Führer; tuvo la mala suerte de que se le interpusiera el llamado Caudillo en sus planes.

La Jefa y Caudilla de las tropas que dicen ser populares pronunció un discurso con los tópicos habituales en su oratoria. Vamos a corregirle uno de ellos. La Novia de Madrid se había plantado una gran pegatina con los colores de la bandera rojigualda monárquica, a la que hizo un canto laudatorio: aseguró con su desparpajo típico que es la bandera de todos los españoles, y que debemos estar orgullosos del símbolo común que nos une a todos, por lo que recomendó lucirlo en cualquier ocasión, como hacen los ciudadanos de todas las naciones con sus enseñas distintivas

 

Oleadas tricolores por las calles

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Mientras la Jefa decía ese disparate histórico, las calles españolas estaban llenas de manifestantes españolísimos que agitábamos banderas tricolores republicanas y banderas rojas revolucionarias. Y estamos muy orgullosos de nuestras banderas, que no son ni pueden ser la de la sublevación fascista. Por eso las lucimos con orgullo, porque no son la bandera oficial derivada del odio y la traición.

La Caudilla ignora, entre tantísimas cosas, que la bandera bicolor roja y amarilla solamente data de 1785, cuando Carlos III decretó que fuera utilizada por la Armada española en sus buques; hasta entonces usaban una bandera blanca con la cruz de Borgoña. Los batallones de soldados tenían pendones diversos, hasta que en 1843, durante la regencia de María Cristina de Borbón, se amplió la bandera bicolor a todas las enseñas de los ejércitos de mar y tierra. Por lo tanto, es muy corta la historia de la bandera rojigualda de los borbones como enseña nacional, y es muy significativo que tenga un origen militar. Las sucesivas constituciones desde la de Bayona de 1808 no se preocuparon por señalar unos colores distintivos de la bandera española.

La Revolución Gloriosa de 1868 que expulsó de España a la golfísima Isabel II y su corte de los milagros, triunfó el 28 de setiembre de 1868 al vencer el general Francisco Serrano a las tropas monárquicas en Alcolea. El general entonces revolucionario ordenó a sus soldados antes de la batalla decisiva que se ciñeran al brazo una cinta roja, como él mismo hizo. Tras su victoria, en todos los pueblos por los que pasaba el ejército revolucionario era recibido con banderas rojas. Se le denominó color rojo Alcolea.

 

El pendón morado de Castilla

 

Las juntas revolucionarias constituidas para cubrir el vació de poder político discutieron si debía continuar considerándose representativa de la nueva España la bandera borbónica. Los concejales del Ayuntamiento de Madrid acordaron utilizar un fajín en el que figurase el color morado, que era el del pendón de Castilla, el que guió a los comuneros hasta su derrota en Villalar ante las superiores fuerzas imperiales. La I República no decretó ningún color para la bandera, pero de nuevo los concejales del Ayuntamiento de Madrid acudieron a las sesiones con un fajín tricolor, rojo, amarillo y morado, y el pueblo lo adoptó como bandera.

Desde entonces la bandera tricolor representó a la República. Por eso, el 14 de abril de 1931 fue izada en los ayuntamientos para significar el fin de la monarquía borbónica, y apareció en lo más alto del Palacio de Comunicaciones de Madrid, en la plaza de Cibeles, antes incluso de que el Gobierno provisional tomara posesión de sus cargos. La Constitución del 9 de diciembre señaló en su primer artículo: “La bandera de la República Española es roja, amarilla y morada”, con lo que por primera vez tuvo rango oficial. Nadie ha puesto en duda nunca la legitimidad de esa Constitución elaborada por unas Cortes Constituyentes libremente elegidas por el pueblo español. Esa bandera, por lo tanto, es la legítima enseña española.

Cuando los nostálgicos militares monárquicos se sublevaron en 1936 contra el orden constitucional, adoptaron la bandera bicolor borbónica para sus tropas. Era una bandera anticonstitucional, ilegal, símbolo de la traición y del odio. Al conseguir la victoria en la guerra que causaron con su rebelión, la bandera rebelde se convirtió en símbolo de la España sometida a la dictadura. Y eso continúa siendo, el símbolo de la traición, de la rebelión y del genocidio llevado a cabo por unos militares sublevados contra el pueblo español.

 

Representación de la dictadura

 

El dictadorísimo salido de la victoria designó un sucesor a título de rey, para que continuara su régimen, una vez jurase fidelidad a sus leyes ilegales. Así se hizo, y en consecuencia obligada la Constitución monárquica de 1978 estipula en su cuarto artículo que la bandera española es la de la traición militar contra el pueblo español.

Nada de esto sabe la Novia de Madrid, Caudilla de las tropas populares. Por esa poderosa razón tiene la osadía de decir que la bandera rojigualda es la de todos los españoles y nos une a todos. Miente. Esa bandera no une, sino que separa, porque es la enseña del ejército sublevado en 1936 contra la legalidad constitucional. No es la bandera de los buenos españoles. No la aceptamos.

Otras naciones lucen con orgullo sus banderas porque no son consecuencia de una rebelión militar, como sucede en España. Los españoles debemos rechazar la bandera rojigualda impuesta por decreto de un exgeneral rebelde causante de un genocidio contra el pueblo, iniciado durante la guerra y continuado en el largo período de la ensangrentada dictadura.

La única bandera legal del pueblo es la tricolor, que va acompañada por las banderas de color rojo Alcolea en las manifestaciones.